Las enfermedades mentales representan uno de los mayores problemas de salud pública. El consumo de alimentos ricos en antioxidantes como, frutas y verduras puede disminuir los factores de riesgo. Objetivo. Analizar la ingesta dietética y el riesgo de enfermedades mentales en adultos peruanos. Materiales y métodos. Se realizó un estudio transversal en 393 adultos peruanos, provenientes de las tres regiones del país (costa, sierra y selva). Los datos sociodemográficos, antropométricos se obtuvieron por auto reporte mediante una ficha de registro y el riesgo de enfermedades mentales se determinó con el Cuestionario de Salud General-12 (GHQ-12). Se analizaron los datos mediante el software estadístico IBM SPSS, versión 26. Se utilizó la prueba Chi-cuadrado, considerando un nivel de significancia del 5 %. Resultados. Los participantes que informaron riesgo y presencia de enfermedades mentales reportaron un consumo inadecuado de frutas, verduras y grasas saludables. El consumo adecuado de cereales integrales, frutas y verduras fue significativamente mayor en las mujeres (p<0,05). Sin embargo, más de la mitad de las mujeres demostró estar en riesgo de enfermedades mentales respecto a los hombres (p<0,001). Conclusiones. La ingesta adecuada de alimentos saludables podría resultar beneficiosa en la reducción de los riesgos de las enfermedades mentales en este grupo de población. Arch Latinoam Nutr 2021; 71(3): 199-207.
Palabras clave: ingesta dietética, enfermedad mental, riesgo, adultos, Perú.
Introduction. Mental illnesses represent one of the biggest public health problems. Consuming foods rich in antioxidants such as fruits and vegetables can lower risk factors. Objective. To analyze the dietary intake and the risk of mental illnesses in Peruvian adults. Materials and methods. A cross-sectional study was carried out in 393 Peruvian adults, who came from the three regions of the country (coast, mountains and jungle). Sociodemographic and anthropometric data were obtained through a registration form and the risk of mental illnesses was determined using the General Health Questionnaire-12 (GHQ-12). The data were analyzed using the statistical software IBM SPSS, version 26. The Chi-square test was used, considering a significance level of 5%. Results. Participants who reported risk and presence of mental illness reported inadequate consumption of fruits, vegetables, and healthy fats. Adequate consumption of whole grains, fruits and vegetables was significantly higher in women (p <0.05). However, more than half of the women proved to be at risk for mental illnesses compared to men (p <0.001). Conclusions. The adequate intake of healthy foods could be beneficial in reducing the risks of mental illness in this population group. Arch Latinoam Nutr 2021; 71(3): 199-207.
Key words: dietary intake, mental illness, risk, adults, Peru.
https://doi.org/10.37527/2021.71.3.004
Autor para la correspondencia: Jacksaint Saintila, E-mail: [email protected]
Las enfermedades mentales representan un verdadero reto para los sistemas de salud de los países desarrollados y en desarrollo. La depresión, el estrés y la ansiedad constituyen las afecciones mentales más comunes en el mundo (1), lo que las convierte en una de las principales causas de discapacidad (2) y uno de los factores de riesgo más importante para las enfermedades crónicas no transmisibles como, algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y accidente cerebrovascular (3). Se estima que más de 300 millones de personas en todo el mundo presentan depresión (2). Además, aproximadamente el 10 % de la población mundial padece de algún trastorno de ansiedad (1), y el número de afectados sigue aumentando a un ritmo vertiginoso. En Perú, la prevalencia de síntomas depresivos es de 14 % en las zonas urbanas y 12,5 % en las zonas rurales (4). Además, en 2018, se estima que solo el 14,4 % de las personas con síntomas depresivos recibieron tratamiento por parte de un profesional de la salud (5). La probabilidad de recibir dicho tratamiento fue 5 veces mayor en personas con ingresos económicos altos en comparación con personas de bajos ingresos (5).
Si bien se desconocen las causas precisas de las enfermedades mentales; sin embargo, su etiología podría ser multifactorial. De hecho, varios factores de riesgo no modificables como, los factores genéticos, biológicos y psicológicos en general, podrían contribuir a la aparición de estas patologías (3). Otros factores como, los cambios en el estilo de vida, la modernidad, la urbanización, desigualdad social, sedentarismo y privación del sueño, han creado un entorno depresiogénico y estresogénico (6), lo que, a su vez, contribuye a una mayor incidencia de enfermedades mentales.
El abordaje farmacológico de las enfermedades mentales ha experimentado un crecimiento notable durante las últimas cinco décadas y es considerado como el principal enfoque terapéutico para el tratamiento de estas patologías (6). Sin embargo, las alternativas no farmacológicas como, modificación del estilo de vida, incluyendo la dieta y la actividad física están recibiendo cada vez más atención. De hecho, en las últimas décadas, la relación entre los aspectos nutricionales y la salud mental se ha ganado un interés considerable entre los investigadores. La influencia de la ingesta dietética sobre la salud psicológica es innegable y está bien documentada en la literatura. Estudios han respaldado el papel que juega la nutrición en la salud mental (7). La ingesta de alimentos saludables podría disminuir los factores de riesgo de estas patologías, afectando positivamente la composición química del cerebro y el estado anímico (8). Las evidencias disponibles sobre los aspectos dietéticos y la salud psicológica, han observado que la adherencia a patrones dietéticos saludables como, las dietas basadas en vegetales y la dieta mediterránea, se asocian con un menor riesgo de trastornos depresivos y ansiedad (9,10). Es biológicamente plausible que los patrones dietéticos de origen vegetal, que consisten en alimentos ricos en nutrientes como, vitamina E, vitamina C, fitonutrientes que incluyen polifenoles y carotenoides, así como PUFA n-3 (ω-3), tengan un papel importante en la preservación de la salud mental (9).
Las evidencias científicas han demostrado que el consumo de alimentos ricos en antioxidantes como, frutas, verduras y frutos secos mejora la salud mental al defender el organismo contra los efectos negativos del estrés oxidativo, asociados con la depresión (11, 6). Además, el consumo regular de frutas y verduras podría ayudar al organismo a luchar y hacer frente a los agentes causantes de los síntomas depresivos (6). Por otro lado, algunos estudios han encontrado asociación entre el consumo adecuado de legumbres, productos lácteos y huevos con un menor riesgo de depresión (12,13). También se han demostrado posibles efectos beneficiosos del consumo de pescado sobre las enfermedades mentales como depresión y ansiedad (14). No obstante, en algunos estudios se ha observado una relación contraria, por ejemplo, las personas que sufren depresión tienden a optar por una dieta poco saludable caracterizada por un bajo consumo de frutas, verduras y granos integrales (15). También, otros hallazgos han demostrado un aumento en el consumo de alimentos refinados en respuesta al riesgo o presencia de enfermedades mentales (15).
Las investigaciones sobre el consumo de alimentos y riesgos de enfermedades mentales son limitadas en Perú. Sólo un estudio poblacional ha evaluado el consumo de frutas y verduras y los problemas mentales en el país, informando que menos del 5 % los participantes reportaron consumir 400g de frutas y verduras (5 porciones) al día, cantidad recomendada por la OMS (16). Con el propósito de abordar la falta de evidencias científicas sobre este tema, se llevó a cabo este estudio cuyo objetivo fue analizar la ingesta dietética y el riesgo de enfermedades mentales en adultos peruanos.
Se realizó un estudio transversal entre los meses de febrero y marzo de 2021. Se aplicó una encuesta en línea a 400 personas que residen en las tres regiones (costa, selva y sierra) del Perú. La selección de los participantes se hizo a través de un muestreo no probabilístico por conveniencia. Un total de 393 personas con una edad promedio de 29± 10 años en mujeres y 30±11 años en hombres, respondieron la encuesta. Se utilizaron las redes sociales como Facebook Messenger y WhatsApp Messenger y correo electrónico, para invitar a los participantes indicando el enlace web de la encuesta. Se describió brevemente el propósito del estudio. Se informó a los participantes sobre sus derechos y la confidencialidad en el uso de los datos. Asimismo, se les explicó que la participación en el estudio era voluntaria y que los datos recopilados serían utilizados exclusivamente para los propósitos de la investigación. También, se les indicó que podían retirarse del estudio en cualquier momento, si así lo deseaban. Los participantes que no contestaron adecuadamente la encuesta fueron excluidos del estudio. El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de Investigación de la Universidad Peruana Unión y fue registrado al siguiente número: 016-2021/UPeU/FCS. Finalmente, se desarrolló respetando los aspectos éticos establecidos por la Declaración de Helsinki.
Para la ingesta dietética, se utilizó un cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos adaptado de un estudio anterior realizado en la población peruana (17). El instrumento fue modificado considerando los objetivos del estudio actual y, posteriormente, fue sometido a un proceso de validación obteniendo un a de Cronbach 0,73. El cuestionario constaba de 15 preguntas que abarcan 7 grupos de alimentos como, cereales integrales, frutas, verduras, lácteos, frutos secos, entre otros. Cada pregunta estuvo compuesta por cinco alternativas sobre la cantidad de veces que realizaba el consumo en un tiempo determinado. Las alternativas fueron clasificadas de la siguiente manera: diario=5 puntos, 2 a 4 veces/semana=3 puntos, 1 vez/semana=1 punto, 1 a 3 veces/mes=0,5 y nunca=0 punto. Un puntaje ≥5 y <5 se consideró ingesta adecuada e inadecuada, respectivamente.
La detección de los riesgos de enfermedades mentales se hizo utilizando el Cuestionario de salud general de 12 ítems (GHQ-12) (18). Un instrumento compuesto de 12 preguntas con cuatro posibles respuestas cada una. Se solicitó a los participantes que eligieran una respuesta que se ajustara mejor a cómo se sintieron o si habían tenido alguna molestia en las últimas semanas. La confiabilidad mediante el alfa de Cronbach para la puntuación según la escala de Likert fue de (alfa =0,74). Las preguntas se puntuaron mediante la escala de Likert con 0, 1, 2 y 3 puntos. Según está valoración, una puntuación mayor describe un bajo nivel de salud mental. Los valores menores de 10 puntos se definen como ausencia de enfermedades mentales, los valores de 10 a 16 como riesgo de enfermedades psicológicas y los valores mayores a 16 presencia de enfermedades mentales (18).
Para determinar los datos sociodemográficos, estilos de vida, IMC y patrón dietético, se utilizó una ficha de registro elaborada por el investigador, considerando las siguientes variables: edad, sexo, nacionalidad, nivel de educación, estado civil, horas de sueño, nivel de actividad física. También, se consideraron datos antropométricos como peso y talla, los cuales permitieron la medición del IMC (Kg/m2). Para la clasificación del IMC se usaron los puntos de corte de la OMS: (a) bajo peso, < 18,5; (b) normal, de 18,5-24,9; (c) sobrepeso, de 25-29,9 y (d) obesidad, ≥30 (19).
El procesamiento y análisis de los datos se hizo mediante el paquete de software estadístico IBM SPSS versión 26 (SPSS Inc., Chicago, IL, EE.UU.). Los análisis descriptivos de los datos se realizaron en tablas de frecuencias absolutas y porcentajes. Se hizo el contraste de hipótesis estadísticas para la comparación de proporciones entre hombres y mujeres mediante la prueba estadística Chi-cuadrado y se consideró un nivel de significancia del 5 %.
La tabla 1 describe las características sociodemográficas, estilos de vida y patrón dietético de los participantes. La edad promedio fue 29 ± 10 y 30 ± 11 años para las mujeres y hombres, respectivamente. En cuanto al nivel de instrucción, la mayoría de las mujeres reportó tener título universitario o un grado académico mayor en comparación con los hombres (42,8 % vs 38,8 %). El 77,0 % de las mujeres y el 76,0 % de los hombres eran casados. Las mujeres informaron mayores horas de sueños durante la noche en comparación con los hombres (p<0,05). El 52,5 % de los hombres informaron realizar actividad física una vez/semana en comparación a las mujeres (44,2%) y, se observaron diferencias significativas (p<0,001). Las categorías de la actividad física fueron clasificadas según los criterios establecidos por la OMS. El 56,6 % de los participantes del estudio no eran vegetarianos.
En la tabla 2 se observa el análisis de la ingesta dietética y riesgo de enfermedad mental de los participantes. Con respecto a la frecuencia de consumo de cereales integrales, el 71,4% de las mujeres refirió tener un consumo adecuado en comparación con los hombres (61,1%), estas diferencias fueron estadísticamente significativas (p<0,05). Más de la mitad de las mujeres (51,5 %) informó un consumo adecuado de frutas en comparación a los hombres (41,3 %), con diferencias significativas (p<0,05). En referencia al consumo de verduras, se encontró un porcentaje más alto de mujeres que presentó un consumo adecuado en comparación con los hombres (65,3 % vs. 46,3%), con diferencia significativa (p<0,001). Todos los participantes informaron un consumo inadecuado de lácteos, huevos, carnes y grasas saludables en una mayor proporción. En cuanto al IMC, el exceso de peso se observó en 36,3 % de las mujeres y en 36,4% de los hombres. En relación con el riesgo de enfermedad mental, más de la mitad (57,5 %) de las mujeres informó estar en riesgo y/o con enfermedades mentales en comparación a los hombres, diferencias estadísticamente significativas (p<0,001).
La tabla 3 muestra que las mujeres con presencia de enfermedades mentales, el 78,5 % presentó un consumo inadecuado de frutas, con diferencias estadísticas significativas (p<0,001). En cuanto a los hombres, el 77,7 y 73,3% de los que informaron riesgo y presencia de enfermedades mentales, respectivamente, tuvieron un consumo inadecuado de frutas (p<0,05). En referencia a las verduras, los hombres con riesgo y presencia de enfermedades mentales reportaron un consumo inadecuado en un 68,8 y 73,3%, respectivamente, diferencias que fueron significativas (p<0,05). Respecto a la ingesta de leche y derivados en las mujeres, los resultados mostraron que no existen diferencias significativas en los grupos. Aquellos hombres que informaron ausencia, riesgo y presencia de enfermedades mentales, la mayor proporción no tenía un consumo adecuado de leche y derivados, hubo diferencia significativa para los tres grupos (p=0,042). Entre las mujeres que tenían riesgo y presencia de enfermedades mentales, el 92,8 y 92,3% informaron un consumo inadecuado de grasas saludables y muestran diferencias significativas (p<0,05). Entre los hombres, aquellos que tenían riesgo de enfermedades mentales, una proporción significativamente mayor informaron ingesta inadecuada de grasas saludables (93,3 %), p<0,05).
Las enfermedades mentales representan uno de los mayores problemas de salud pública. El consumo de alimentos ricos en antioxidantes como, frutas, verduras (6), frutos secos y grasas saludables (20) pueden mejorar la salud mental (11). Asimismo, evidencias científicas disponibles han demostrado que el consumo adecuado de legumbres (13), productos lácteos (21) y huevos (12) podría favorecer un menor riesgo de depresión y ansiedad.
Este estudio transversal tuvo como objetivo evaluar la ingesta dietética y riesgo de enfermedad mental en un grupo de adultos peruanos. Los hallazgos principales indican que aquellos que informaron riesgo y presencia de enfermedades mentales, tenían un consumo de frutas, verduras y grasas saludables inadecuado. Además, más de la mitad de las mujeres informó estar en riesgo de enfermedades mentales respecto a los hombres (p<0,001). Sin embargo, la proporción de mujeres que informó consumo adecuado de cereales integrales, frutas y verduras fue significativamente mayor en comparación a los hombres (p<0,05).
La mayor proporción de los participantes que informaron riesgo y presencia de enfermedades mentales, reportaron consumo inadecuado de frutas y verduras. De manera similar, los resultados actuales son consistentes con los hallazgos de una encuesta transversal realizada en Bangladesh, India y Nepal, donde informaron que la ingesta diaria de menos de cinco porciones de frutas y verduras se asoció con una mayor probabilidad de trastornos psicológicos (6). Por otro lado, un estudio llevado a cabo en adultos coreanos mayores de 19 años encontró que un mayor consumo de frutas y verduras se asoció con una menor tasa de depresión (22). Del mismo modo, se ha encontrado que un mayor consumo de verduras favorece una menor probabilidad de desarrollar síntomas depresivos, aunque, los participantes no fueron evaluados directamente por un médico especialista, utilizando diagnósticos clínicos de síntomas psicológicos, sino, que se emplearon cuestionarios auto informados (23). En adultos suizos, el consumo adecuado de frutas y verduras favorece una menor probabilidad de sufrir angustia mental (24). Sin embargo, algunos resultados inconsistentes deben ser considerados. Un estudio transversal de Colombia no encontró ningún impacto positivo del consumo de frutas y verduras en los trastornos psicológicos (25).
Los posibles efectos positivos de las frutas y verduras en la prevención de las enfermedades mentales pueden atribuirse a su composición nutricional, debido a que son alimentos ricos en fibra dietética. Un estudio japonés efectuado en una población entre 9 a 69 años evidenció una correlación estadísticamente significativa entre la ingesta adecuada de fibra dietética proveniente de frutas y verduras, y menos síntomas depresivos (26). Informes han demostrado que la microbiota intestinal juega un papel importante en el eje intestino-cerebro y facilita la modulación de la función cerebral. Pues, la fibra dietética presente en las frutas y verduras y otros alimentos de origen vegetal puede ayudar a mejorar la composición de la microbiota intestinal, al regular los niveles de citoquinas (27). También, aunque pocas, existen evidencias de que la concentración de citoquinas es elevada en el estrés y depresión (28). Por otro lado, las frutas y verduras son ricas en nutrientes y antidoxidantes como vitamina C, vitamina E, elementos bioactivos que incluyen polifenoles y carotenoides (9). Los antioxidantes mejoran la salud mental al disminuir los efectos negativos del estrés oxidativo (11), una de las principales causas del aumento de estrés crónico y depresión.
Otros nutrientes adicionales presentes en las frutas y verduras, incluyendo el calcio, hierro, folato, vitaminas del complejo B y zinc, demuestran ser beneficios en el control de las enfermedades mentales, especialmente la depresión, al regular las funciones celulares y la transmisión nerviosa (29).
También, el calcio, hierro y folato participan en la síntesis de serotonina y dopamina, neurotransmisores relacionados con un menor riesgo de depresión (29). Las vitaminas del complejo B, incluyendo tiamina y riboflavina, juegan un papel importante en el mantenimiento de los sistemas inmunológicos y nervioso, lo que sugiere que una ingesta dietética insuficiente de estos micronutrientes podría estar asociada con problemas mentales como la depresión, bajo estado anímico, ansiedad y deterioro cognitivo (30).
Los hallazgos del estudio actual informaron que la mayor proporción de participantes que presentó riesgo y presencia de enfermedades mentales tenían un consumo inadecuado de grasas saludables provenientes de pescados, frutos secos, paltas o aguacates, aceitunas y semillas. Estos hallazgos son consistentes con resultados de otros estudios en los que se han encontrado que los ácidos grasos omega 3 y poliinsaturados tienen efectos protectores en la prevención de la depresión (14,31). Todos los frutos secos, las semillas y los pescados son ricos en grasas saludables, como ácido linoleico, α-linolénico que pueden afectar de manera positiva la funciona neuronal y promover la salud psicológica (9). Sin embargo, los estudios informan que una mayor ingesta de grasas saturadas podría conllevar un mayor riesgo de trastornos psicológicos (25). Las grasas saturadas aumentan la producción de radicales libres y promueven estados proinflamatorios (32). Además, una alta ingesta de grasas podría disminuir el factor neurotrófico, hormona encargada de producir nuevas neuronas. Esta disminución podría ocasionar una reducción de la función sináptica y crecimiento neuronal, lo que conllevaría un desarrollo de trastornos mentales (3).
Es indiscutible que, en los últimos años, la investigación científica ha demostrado un vínculo estrecho entre la dieta y la salud mental. De hecho, este conjunto de evidencias está creciendo a un ritmo rápido y, sin embargo, las intervenciones basadas en una alimentación saludable siguen siendo una de las últimas estrategias que se usan cuando se trata de abordar el mejoramiento de la salud mental o la prevención de la aparición de las enfermedades psicológicas.
Más de la mitad de las mujeres informó estar en riesgo de enfermedades mentales respecto a los hombres. Otros estudios han reportado resultados similares (33). Las mujeres corren un mayor riesgo de presentar problemas psicológicos que los hombres. Los resultados de una encuesta transversal en línea llevado a cabo en 3088 participantes, reportaron que las mujeres experimentan síntomas de estrés y ansiedad más severos, mientras que los hombres se muestran más resistentes al estrés (34). Se sugiere que las diferencias biológicas y los cambios hormonales podrían ser un desencadenante de los trastornos psicológicos en este grupo poblacional. De hecho, la mayor prevalencia de depresión se asocia con las fluctuaciones hormonales en las mujeres, especialmente, durante la pubertad, antes de la menstruación, después del embarazo y en la perimenopausia (35).
Este estudio presentó algunas limitaciones que deben ser consideradas. En primer lugar, existe la posibilidad de un sesgo de respuesta al recolectar los datos antropométricos debido a que se obtuvieron por autoinforme. En segundo lugar, se utilizó un cuestionario auto informado, validado, para medir el riesgo de enfermedad mental y no se utilizaron diagnósticos clínicos. El “estándar de oro” para establecer diagnósticos de enfermedades mentales requiere una entrevista estructurada y una neuroimagen funcional. En tercer lugar, en cuanto a la ingesta de alimentos, es posible que no refleje una ingesta habitual de los participantes, ya que se utilizó el método de frecuencia de consumo de alimentos. Finalmente, debido al diseño transversal del estudio, es posible que no se pueda explicar una relación causa-efecto entre la ingesta de alimentos y el riesgo de enfermedades mentales.
En conclusión, los resultados actuales indican que en aquellos participantes que reportaron riesgo y presencia de enfermedades mentales, el consumo de frutas, verduras y grasas saludables fue significativamente inadecuado. Las mujeres en una mayor proporción mostraron un consumo adecuado de frutas, verduras y cereales integrales en comparación a los hombres. Sin embargo, la mayoría de las mujeres informó riesgo y presencia de enfermedades mentales en comparación a los hombres. El abordaje de las enfermedades mentales no solamente debe incluir alternativas farmacológicas sino también, las no farmacológicas como, la educación nutricional y la promoción de estilos de vida saludable, que incluyen actividad física e ingesta de alimentos saludables, priorizando el consumo adecuado de frutas, verduras, frutos secos y cereales integrales.
Los autores expresan que no ha existido financiación para realizar este estudio.
Los autores expresan que no existen conflictos de interés al redactar el manuscrito.
Recibido: 06/04/2021
Aceptado: 26/08/2021