Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. México DF, México
La alimentación es un fenómeno complejo en tanto que si bien cubre una necesidad biológica, no todos los grupos humanos la llevan a cabo del mismo modo. Los estudiosos sobre el tema coinciden en señalar que el “hecho alimentario” es tan complejo como la sociedad misma, y está determinado por una diversidad de factores sociales, culturales y económicos. Pero además, estos factores se ponen en juego de manera diferente según circunstancias específicas. Al respecto, Contreras y Gracia (2005) señalan que la alimentación no es una cuestión de hábitos, sino de comportamiento; es decir, no tiene que ver con la repetición de actos de una misma naturaleza, más bien con el conjunto de usos y cualidades que caracterizan el sistema alimentario de determinado grupo social. Sydney Mintz (1996) plantea que los grupos humanos le dan a los alimentos atributos o significados para clasificarlos de manera que guían su elección según ocasión, condición socioeconómica, edad, sexo, estado fisiológico, imagen corporal, prestigio, entre otros. Mintz señala, que los significados pueden ser externos e internos. Los primeros se refieren a todas aquellas condiciones externas al ámbito doméstico que pueden intervenir sobre las decisiones domésticas como la disponibilidad y accesibilidad de los alimentos, horarios de trabajo, organización del tiempo, cuidado de los hijos, exposición a alimentos nuevos, por mencionar algunos. En esta categoría entran las ideas sobre alimentación y salud que emiten diferentes medios. En la actualidad la población recibe constantemente información sobre los riesgos y beneficios de los alimentos, ya sea por los mensajes de las campañas de promoción a la salud ya sea por los medios de información a través de las noticias, magazines televisivos, sitios de internet y publicidad. La alimentación adecuada, y al mismo tiempo posible, es hoy una preocupación a todos niveles, y es un elemento de interacción social en la medida que está presente en las conversaciones Por su parte, los significados internos constituyen lo que quieren decir las cosas para quien las usa, volviendo familiar e íntimo las condiciones del contexto. Es decir, son la expresión de la adaptación doméstica a las condiciones externas y se expresan en las decisiones de qué se come? Dónde? Cuándo? Cómo se prepara? Con quién? Con qué? Por qué? Además de todos estos elementos, hay que considerar que los alimentos proporcionan gusto y placer, sensaciones individuales pero también moduladas de manera grupal. El objetivo de este trabajo es conocer las ideas y percepciones sociales de la alimentación en población de estrato medio-bajo de diferentes zonas de México a fin de analizar qué elementos influyen en las decisiones alimentarias, y en particular la relación entre alimentación, salud y obesidad. Se obtuvieron datos cualitativos por medio de entrevistas a profundidad y grupos de discusión con hombres y mujeres de entre 25 y 40 años de edad, de nivel socioeconómico D según la clasificación de la AMAI en cinco localidades de México, 3 urbanas (México DF, Mérida y Monterrey) y dos rurales (Ajalpan, Puebla y Tikul, Yucatán). Los datos obtenidos muestran que la población obtiene información sobre los riesgos de los alimentos constantemente, es un tema presente en la interacción social y una preocupación particularmente para la alimentación infantil. Se observa, sin embargo, que eso no es en realidad un motor hacia una alimentación más saludable, y en el caso concreto de los niños se busca satisfacer el gusto de los niños más que sus necesidades nutricionales. Los factores más importantes para decidir la alimentación cotidiana es el gusto, el tiempo de preparación y el presupuesto. La información sobre alimentación y nutrición proviene de fuentes diversas, y la población muestra que no la comprende cabalmente; además, a menudo es contradictoria de tal suerte que genera incertidumbre sobre qué es realmente lo adecuado. La población estudiada no se identifica con las figuras delgadas que aparecen en la publicidad y considera que la obesidad es un tema de moda que eventualmente pasará de largo, es visto como algo que no les concierne y por ende no se vinculan ni emocional ni cognitivamente con el tema, y mucho menos en su práctica. El análisis de los datos obtenidos en este trabajo muestran que la difusión de información sobre alimentación y salud no parece tener el impacto esperado. Otras necesidades, tanto económicas como sociales y culturales, tienen un peso mucho mayor para decidir lo que se come día con día, particularmente el gusto. Las intervenciones nutricionales para mejorar la dieta de esta población requiere considerar cuáles son sus ideas y percepciones sobre su propia alimentación antes de distribuir información que, posiblemente, puede generar confusión e incertidumbre más que ofrecer una solución. Referencias: Contreras J, Gracia M. Alimentación y cultura. Perspectivas antropológicas. Barcelona, 2004. Ariel Mintz, S. Tasting Food, Tasting Freedom. Boston: Beacon Press.1996.