Atlas Nutrition C.A., Caracas, Venezuela
Millones de personas a nivel mundial, en su mayoría niñas y mujeres, sufren de trastornos de la conducta alimentaria, tales como anorexia, bulimia, ortorexia, trastornos por atracones de comida o condiciones relacionadas que ponen en riesgo su salud física y mental. La incidencia y prevalencia de trastornos de alimentación en los jóvenes se ha incrementado sostenidamente desde los años 50’s; y lo más alarmante es el aumento en la prevalencia en edades cada vez más tempranas. Se estima que un 85% de los trastornos de alimentación ocurren durante la adolescencia. En estas edades, a menudo observamos señales de una conducta alimentaria alterada, tales como episodios de voracidad, vómitos auto-inducidos, miedo a la gordura, preocupación excesiva por los alimentos y percepción distorsionada de la imagen corporal. Muchos adolescentes se someten a regímenes para perder (o ganar) peso y eligen conductas poco saludables asociadas con trastornos de alimentación, que se acentúan al llegar a la edad universitaria. Estos trastornos en edades tempranas fijan un patrón que probablemente continuará en la edad adulta. Pero, ¿por qué tanta gente en nuestra sociedad está sufriendo hoy en día de trastornos de alimentación? Muchos expertos coinciden en que las causas son de diversa índole: sociocultural, psicológica, hereditaria y, posiblemente, neuroquímica. Sin embargo, la excesiva presión por tener un cuerpo “perfecto”, promovida por los mensajes que encontramos en las redes sociales en la actualidad, se ha convertido en un importante detonador de la aparición de estas conductas. Sin duda, nuestra sociedad establece estándares irreales de perfección y desvaloriza a aquellos que no se enmarcan en dichos parámetros. La industria del modelaje y el fitness, por ejemplo, han fijado ideales utópicos de belleza, y las mujeres que vemos en concursos, vallas y revistas, son cada vez más y más delgadas. Es común ver en las redes sociales mensajes que asocian la felicidad y el éxito con un estándar de perfección física, y los niños y adolescentes, en la búsqueda de su identidad, son particularmente vulnerables a estos mensajes. Cuando un cuerpo delgado y marcado se convierte en el ideal de belleza socialmente deseable, las personas empiezan a catalogar un cuerpo normal y saludable como “muy gordo”. Su imagen corporal se distorsiona y, en la mayoría de los casos, arriesgan su salud con el objetivo de estar delgados. Estas conductas y actitudes son casi inexistentes en culturas donde la imagen corporal no es determinante para la auto-valoración; sin embargo, en nuestro continente, parece ser un problema que va en ascenso. Dentro de estos trastornos, existe uno particularmente relacionado con el auge de la cultura fitness promovida en las redes sociales: la ortorexia nerviosa. Se trata de un trastorno caracterizado por una conducta obsesiva hacia alimentos catalogados como “buenos” y “malos” por supuestos expertos en nutrición y entrenamiento. Las personas que padecen esta condición son incapaces de participar en actividades cotidianas relacionadas con la comida, pues se aíslan y a menudo ser vuelven intolerantes a los puntos de vista de otras personas sobre la alimentación y la salud. Este tipo de obsesión puede derivar del solo hecho de escuchar o leer cosas negativas sobre un tipo de alimento, lo cual conlleva a eliminarlo de su dieta, estableciendo una relación obsesiva hacia la comida y aumentando el riesgo de deficiencias nutricionales, al limitar la ingesta diaria a un reducido grupo de alimentos considerados como “buenos”. En tal sentido, el objetivo general de esta ponencia es analizar la influencia de las redes sociales y sus diferentes mensajes publicitarios en el desarrollo de los principales trastornos de la conducta alimentaria, así como las causas, características y el importante rol de la familia y los profesionales de la salud en la prevención de dichos trastornos. Es de suma importancia que los padres, maestros y entrenadores, les proporcionemos a los niños y adolescentes las herramientas informativas contra las influencias que promueven las redes sociales, pues la protección contra los trastornos de alimentación en las próximas generaciones dependerá de las acciones que tomemos hoy. La mejor defensa de nuestros jóvenes contra esta situación es tener un criterio sólido y sobre los patrones normales de crecimiento, el funcionamiento del organismo, las propiedades nutricionales de los alimentos y la relevancia del ejercicio físico en su estilo de vida, con el fin de evitar la adopción de conductas que pongan en riesgo su salud.