Los nutrientes juegan un importante papel en el desarrollo y funcionalidad del sistema inmunitario. Por ello, la evaluación de parámetros inmunológicos adquiere un gran interés como una herramienta muy útil para valorar el estado nutricional. La privación de nutrientes como la que se da en situaciones de malnutrición proteico-energética es una causa frecuente de inmunodeficiencias que conducen al aumento de la frecuencia y gravedad de las infecciones, a la atrofia del timo y al desgaste del tejido linfoide periférico. Estas manifestaciones patológicas se reflejan en un daño significativo que se observa en diversos aspectos de la inmunidad como son, la respuesta inmune celular, la producción de inmunoglobulina A secretora, la fagocitosis, el sistema del complemento y la producción de citoquinas. Los trastornos del comportamiento alimentario (TCA), como la anorexia nerviosa (AN) y la bulimia nerviosa (BN), tienen cada vez una mayor relevancia en la salud pública, debido a la gran incidencia de casos que se diagnostican hoy en día. Los pacientes afectos de estos síndromes tienen un objetivo común: perseguir un peso excesivamente bajo, que se aleja en gran manera de lo que correspondería a su peso correcto. Por ello, estos pacientes presentan un comportamiento alimentario anormal, dando lugar a una situación de malnutrición. En el caso de los trastornos de la conducta alimentaria, los resultados observados sobre el sistema inmune no son equiparables a lo que tiene lugar en malnutrición proteica o proteico-calórica. Los hallazgos inmunológicos observados en pacientes con AN se presentan de forma más leve y con menos frecuencia, estando la función inmune en estos pacientes más protegida de lo que cabría esperar. Además, la incidencia de infecciones y alergias es menor que la de sujetos sanos de su misma edad y mucho menor que en otros tipos de malnutrición. Posiblemente este resultado es debido a la interacción con los sistemas endocrino y nervioso, en unas condiciones de estrés muy particulares. Por otro lado, la obesidad parece ser la otra cara de la moneda a los TCA, ya que el comportamiento de biomarcadores clave es diferente en ambos casos. La obesidad es una inflamación de bajo grado que además presenta una mayor frecuencia que los TCA en la manifestación de infecciones y alergias, que en la mayoría de los casos son de mayor entidad e intensidad que en situaciones nutricionales adecuadas. Está claro que existe un componente genético en el desarrollo de la obesidad. Sin embargo, cada vez hay más controversia en cuanto al gran papel que puede tener un estilo de vida inapropiado, con ingesta calóricas y tasas de sedentarismo altas, y cómo mediante unas pautas saludables se puede contrarrestar dicho riesgo genético. Además, el exceso de tejido adiposo promueve una liberación hormonal alterada y todo ello incide negativamente sobre la función del sistema inmunitario e incluso también puede afectar el sistema nervioso. Es importante no olvidar la relación que puede existir entre la obesidad y los TCA, ya que se ha demostrado especialmente en adolescentes con sobrepeso y obesidad un mayor riesgo de desarrollar TCA. En estas situaciones nutricionales no saludables se ha podido observar cómo la microbiota está muy alterada y su análisis puede considerarse de gran interés al asociarse a otros biomarcadores inmunológicos, endocrinos y neurológicos más clásicos para detectar situaciones de malnutrición bien por defecto o por exceso. De cualquier modo, tanto en condiciones de malnutrición proteico-calórica, como en los TCA y la obesidad, hay multitud de factores a tener en cuenta, unos relacionados con el estilo de vida, y otros psicológicos que están interactuando entre sí y van a ocasionar un determinado pronóstico y evolución de las patologías. Queda todavía mucho por estudiar siendo un campo amplio para la investigación. Es necesaria la ayuda de los gobiernos y las administraciones para poder realizar una gran labor no solo para erradicar estas enfermedades cada vez más prevalentes, sino también para poderlas prevenir, reducir el gasto sanitario y mejorar la problemática familiar que generan.
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