Universidad Politécnica de Madrid, Madrid, España
Introducción: En los países donde hay disponibilidad de datos se viene apreciando en la población desde los años 1960 una disminución de la actividad física en todos los ámbitos: laboral, doméstico, de transporte y de ocio, y un aumento de las horas diarias estando sentados, esto sobre todo a partir del año 2000. En el análisis de los factores de riesgo globales para todas las edades y ambos sexos del año 2010, la inactividad física entra directamente como cuarto factor de riesgo de enfermedades no transmisibles por su clara relación con un mayor riesgo de las enfermedades crónicas más prevalentes, como son la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, entre otros. Por lo tanto, esta falta de actividad física y el aumento del sedentarismo se han convertido en un tema prioritario de salud pública. Desarrollo: La disminución de la actividad física implica un desequilibrio en el balance energético, desplazándose de forma positiva hacia la ingesta calórica y por tanto favoreciendo el depósito de tejido adiposo y el desarrollo de sobrepeso y obesidad. Si analizamos los componentes del gasto diario, el componente de actividad física es el que mayor variabilidad presenta y sobre el que se puede actuar de forma más efectiva. El efecto térmico de la actividad hace referencia a toda la actividad que aumente la tasa metabólica por encima de los niveles basales y depende principalmente de la masa muscular implicada, del peso corporal total y la actividad realizada, teniendo en cuenta la duración, la frecuencia y la intensidad a la que se realiza. Muchos estudios públicados en la bibliografía han intentado establecer tanto la intensidad como el tiempo de práctica de actividad físico-deportiva para disminuir el riesgo de enfermedad e incluso de mortalidad. En el estudio de los antiguos alumnos de Harvard, el gasto semanal de entre 4200 y 8400 kJoule en actividades vigorosas supuso una reducción significativa de enfermedad coronaria. Estos y otros datos han llevado a la mayoría de organismos internacionales, con la Organización Mundial de la Salud a la cabeza, a formular las recomendaciones de actividad física para la población. De forma resumida, en adultos, se debe realizar unos 150 minutos/ semana de una actividad física de moderada a vigorosa, además de dos días en semana de entrenamiento de la fuerza. En niños y adolescentes, deben ser 60 minutos diarias de MVPA, además de 3 días en semana de entrenamiento de la fuerza. Los niños menores de 6 años deben ser lo más activos posibles, con al menos 180 minutos de actividad física repartidos a lo largo del día. El tiempo de sedentarismo en los menores de 5 años debe ser el mínimo posible, limitándose sobre todo a periodos largos de estar sentados y al tiempo de dormir, en los niños mayores de 6 años debe limitarse a 2 horas de pantalla al día. En los adultos, cada 4 horas diarias de sedentarismo van aumentando el riesgo de mortalidad cardiovascular y mortalidad por todas las causas, por lo que es muy importante introducir descansos activos al menos cada hora. Otras medidas para aumentar la AF y el gasto energético implican aumentar el transporte activo (andando, en bicicleta), subir escaleras, etc. Para que todas estas recomendaciones y otras medidas sean efectivas es necesario que se enmarquen dentro de un modelo teórico que permita coordinar todas las acciones a nivel individual, a nivel comunitario y a nivel nacional e internacional. Conclusiones: Los beneficios de la práctica regular de actividad física van mucho más allá de equilibrar la balanza del balance energético y por tanto debe ser un tema prioritario de salud pública. Referencias: González- Gross M, Meléndez A. Sedentarism, active lifestyle and sport: Impact on health and obesity prevention. Nutr Hosp 2013; 28 Suppl 5:89-98. González-Gross M, Valtueña J, Cañada D. Sedentarismo y Vida Activa. Impacto sobre el Estado Nutricional y la Salud en adultos. Rev Nutr Clin Med 2014; 8(2):71-90. Kohl, H. W., Craig, C. L., Lambert EV,Inoue S, Alkandari JR, Leetongin G, & Kahlmeier S. The pandemic of physical inactivity: global action for public health. The Lancet 2012;380(9838):294-305. Ng SW, Popkin BM. Time use and physical activity: a shift away from movement across the globe. Obesity Reviews 2012; 13:659-680.