Micronutrient Initiative, Otawa, Canadá
Introducción/objetivos: La sal cumple con los requisitos para considerase como un vehículo apto para la adición de vitaminas y minerales, ya que se consume regularmente por una gran proporción de la población y a menudo se procesa centralmente. Desde principios de 1990, se han recomendado la adición de yodo a la sal para prevenir y controlar la deficiencia de este nutriente y sus consecuencias en la salud. Las directrices de la Organización Mundial de la Salud, actualizadas recientemente con base en un análisis exhaustivo de la evidencia, confirman los efectos positivos de esta intervención y hoy en día más de 120 países cuentan con programas de yodación de la sal. Este éxito ha generado interés por explorar la adición de otros micronutrientres a la sal, para contribuir a la prevención y control de deficiencias múltiples de vitaminas y minerales que afectan a una importante parte de la población mundial. El objetivo de este trabajo es revisar la evidencia existente sobre los efectos de la fortificación de la sal con yodo y/u otros micronutrientes, desde su estabilidad y aceptabilidad, hasta la eficacia para reducir las deficiencias de vitaminas y minerales. También se presentan consideraciones para la implementación de programas a escala poblacional. Desarrollo: La mayor parte de la evidencia sobre la fortificación de la sal con otros micronutrientes además de yodo, proviene de la sal doblemente fortificada (DFS, por sus iniciales en inglés), que contiene tanto yodo como hierro. A lo largo de los años se han desarrollado varias formas de DFS, las cuales varían en términos de los compuestos de hierro y yodo utilizados, el uso de encapsulación para aislar al hierro y el tipo de tecnología de producción. Los estudios de estabilidad y de aceptabilidad han demostrado que las formulaciones de DFS son estables durante un tiempo máximo de 1 año y, en general, son bien aceptadas entre los consumidores. Sin embargo, se ha informado que en algunos casos la DFS puede cambiar el color de algunos alimentos. En cuanto a la eficacia, la evidencia es mixta. La mayoría de los estudios han informado mejoras en la concentración de hemoglobina y reducción en la prevalencia de anemia en comparación con grupos que recibieron solamente de sal yodada. Los estudios que midieron las concentraciones de yodo urinario mostraron que el yodo urinario aumenta tanto en la DFS como en los grupos que recibieron solamente sal yodada. Hay muy poca investigación de los efectos de DFS en indicadores funcionales, tales como la función cognitiva o la productividad en el trabajo. Estudios de mercado han señalado que existe interés de los consumidores en el concepto de DFS, pero que se requiere crear demanda. La información sobre los costos de producción es limitada y, en general, indica que superan el costo de la sal yodada. Hay mucha menos información sobre el uso de otras vitaminas y/o minerales para adicionar sal. Se han propuesto formulaciones que además de yodo pueden incluir uno o más de los siguientes nutrientes: flúor, hierro, vitamina A, ácido fólico y otras vitaminas del grupo B. Los estudios de eficacia son limitados y algunas de las investigaciones han identificado retos con respecto a la estabilidad de los fortificantes. Conclusiones: Hasta el momento, el hierro parece una opción promisoria para acompañar al yodo como fortificante de la sal y así contribuir de manera simultánea al control de la deficiencia de ambos nutrimentos, particularmente después de los primeros dos años de vida. Durante las dos décadas más recientes, los esfuerzos se han enfocado en la creación de la sal doblemente fortificada y en generar información sobre su estabilidad, aceptabilidad, biodisponibilidad y eficacia. La introducción de esta innovación a gran escala puede facilitarse por la existencia de programas de yodación, marcos regulatorios y asociaciones para apoyar la producción; sin embargo, no está exenta de retos, que van desde probar su efectividad en diversas poblaciones hasta mejorar la tecnología de producción, la cadena de suministro y la comercialización del producto. Por ejemplo, hoy en día, pocos productores tienen acceso a esta tecnología y a la información que la fundamenta, lo que limita las opciones de mejora tecnológica y el establecimiento de cadenas de producción con adecuados controles de calidad. Desde la perspectiva de la demanda, aún se tienen que desarrollar estrategias que permitan crear interés por cubrir los costos mayores del producto e incrementar su aceptabilidad entre la población. Al tiempo que se avanza en estos retos, se tiene que mantener el compromiso de alinear esta opción con los esfuerzos multinacionales para reducir el consumo de sal entre la población.