El objetivo del trabajo fue estudiar el estado nutricional y la ingesta de alimentos de poblaciones andinas del Noroeste de Argentina. Se realizó una encuesta nutricional a una muestra representativa de las poblaciones de altura del noroeste de Argentina. Se tomó mediciones antropométricas, se registró la ingesta de alimentos a través de un recordatorio de 24h y un cuestionario de frecuencia de consumo. El retraso del crecimiento (talla para la edad según Z<-2 desviaciones estándares) fue el principal problema nutricional en los niños y adolescentes de la Puna y Quebrada. Mientras que el sobrepeso y la obesidad, evaluado a través de IMC > percentil 85 y 95 respectivamente, fueron los principales problemas nutricionales en los adolescentes de los Valles de altura. Las poblaciones adultas presentaron alta prevalencia de sobrepeso y obesidad, de acuerdo al IMC medio determinado. La composición típica del plato principal de toda la región tiene una base de arroz, pasta, harina de trigo o maíz que puede ser acompañada por tubérculos o huevos, o pocas hortalizas y carne de vaca o de llama. Este plato varía poco de un día para otro, constituyendo una dieta monótona, con alto consumo de azúcares (bebidas azucaradas y dulces) y cereales refinados. Estos resultados sugieren que estas poblaciones estarían en etapas tempranas de transición nutricional y podrían ser el punto de partida para fomentar consumos de alimentos más saludables y una dieta menos monótona. Sería recomendable reincorporar productos autóctonos de la región.
Palabras clave: Estado nutricional, ingesta alimentaria, poblaciones de altura
The purpose of this work was to study the nutritional status and food intake of Andean populations of Northwest of Argentine. A cross-sectional nutritional survey was carried out in representative samples of populations of highland from Argentine. Also anthropometric measurements, a food intake, a semi-quantitative food frequency questionnaire were performed and recorded. Stunting (height-for-age Z-score <-2 standard deviations) was the main nutritional problem in children and adolescents in the area of Puna and Quebrada regions. While overweight and obesity, evaluated by BMI> 85th and 95th percentile respectively, were the main nutritional problems among adolescents in the Valleys. Adult populations showed higher prevalence of overweight and obesity according to BMI determined. These are important risk factors for cardiovascular and chronic diseases.Usually the typical composition of the main food dish of regions has a base of rice, pasta, flour or corn, accompanied by tubers or eggs, or a few vegetables and beef. This dish varies little from one day to another, constituting a monotonous diet with a high intake of sugar (sugary drinks and sweets) and refined grains. Results suggest that these populations would be in early stages of nutritional transition and could be the starting point to promote them healthier food consumption and a diet less monotonous. It would be recommendable reincorporate native products of the region.
Key words: Nutritional status, food intake, populations of height regions
Instituto Superior de Investigaciones Biológicas - Departamento Bioquímica de la Nutrición. Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia, UNT-CONICET. Tucumán, Argentina. Centro de Investigación de Tecnología de Alimentos, Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador de Jujuy, Argentina. Departamento de Epidemiología y Salud Pública de Imperial College of London. UK
La zona de altura (cordillera y pre-cordillera) del noroeste argentino incluye regiones con altitudes entre 1500 y 4500 msnm y se unen por la ruta al pie de los nevados cordilleranos. Abarca dos circuitos que en la actualidad se promueven turísticamente, estos son los Valles de Altura (Valles Calchaquíes) y La Puna. La zona denominada Quebrada de Humahuaca es intermedia y une las dos mencionadas anteriormente. La población de toda la región de Altura es en gran parte descendiente de indígenas de distintas etnias del noroeste de Argentina y Bolivia (Diaguitas, Cochinhucas, Omaguacas, Atacamas, Quechua y Aimara).
Esa región ha sido siempre un cruce de caminos para la comunicación económica, social y cultural (1). Tanto La Quebrada de Humahuaca como los Valles son montañosos, extensos y fértiles, mientras que La Puna, por la mayor altura, se caracteriza por sus tierras áridas y duras; condiciones climáticas con gran amplitud térmica diaria y temperaturas invernales de hasta -20º C, escasa humedad relativa y precipitaciones entre 20 y 100 mm anuales (2).
En la Puna la población actual es escasa y se encuentra dispersa. Las condiciones de vida son las propias de ambientes muy extremos. Los servicios de salud se limitan a la existencia de un puesto sanitario con visitas periódicas de un médico y un enfermero. La zonas de Quebrada y Valles, tiene mayor población, y a pesar de tener una gran afluencia turística, poseen situaciones socioeconómicas restrictivas y escasos o deficientes medios de comunicación, que se reducen a caminos de tierra y con baja frecuencia de transporte público (3). Ante esta situación los pobladores tratan cubrir sus necesidades alimentarias con producciones de subsistencia de papa, habas, maíz, cría de caprinos, ovinos y en menor grado, bovinos. El pastoreo de ovejas, cabras y llamas son las principales actividades económicas. La agricultura está limitada a cultivos de subsistencia para la familia (4).
Los países de Latinoamérica, entre ellos Argentina están experimentando un proceso de transición tanto a nivel epidemiológico como nutricional, asociado al rápido proceso de urbanización y crecimiento económico. Estas transiciones implican cambios importantes en el patrón de consumo, de actividad física lo que puede influir en la composición corporal e incidencia de enfermedades asociadas a la nutrición (5). Esto contrasta con las poblaciones de altura que también se encuentran en proceso de transición nutricional pero las razones son otras. La vulnerabilidad e inseguridad alimentaria podría atribuirse a sus limitaciones al acceso y consumo de alimentos. Esto marca otro hecho característico de la transición alimentaria argentina cual es la gran heterogeneidad existente entre las variables indicativas de la situación alimentario nutricional de las diferentes regiones del país. La suma de todos estos elementos dificulta la identificación de la importancia relativa de cada uno de los factores sobre los estados mal nutritivos que frecuentemente se observan en las comunidades de regiones de altura del NOA (3). Por todo lo previamente descripto, el objetivo de este trabajo fue estudiar el estado nutricional y la ingesta de alimentos de la población de altura del noroeste de Argentina.
El trabajo es un estudio transversal realizado en muestras representativas por región de la población de la altura del NOA de Argentina. Las encuestas las realizaron docentes y alumnos de las Universidades Nacionales de Tucumán y Jujuy (UNT y UNJu). Los encuestadores fueron entrenados previamente sobre metodología para encuestar y mediciones antropométricas; previamente se realizó un estudio piloto para comprobar la validez de la encuesta.
La técnica de muestreo fue estratificada, bietápica según localidad y aleatoria por casas, siendo la unidad primaria del muestreo el municipio y las comunas municipales, y la última los individuos encuestados. Incluyó a todos los habitantes de las regiones seleccionadas. Se seleccionaron 3 regiones con diferentes altitudes. Las regiones fueron: Valles de Altura, Quebrada de Humahuaca y Puna.
El tamaño de la muestra teórica se fijó en 600 familias, integradas por 1.800 personas para las regiones de los Valles de Altura, la Puna y Quebrada. Se consideró solo individuos mayores de 2 años que no fueran mujeres embarazadas ni nodrizas. Se fijaron estos tamaños de muestras teóricas para obtener una precisión especifica relativa del 5% (error tipo I = 0,05; error tipo II = 0,10) y con el fin de paliar el efecto de las no respuestas; la muestra se aumentó un 20% para tener una proporción de participación esperada del 70%. Las visitas se realizaron junto a un Agente Sanitario.
Se llevó a cabo durante mayo a diciembre de 2006, en las regiones de Puna y Quebrada y en la región de los Valles durante mayo a septiembre del 2008. Los cuestionarios se administraron homogéneamente de lunes a domingo. Los integrantes de las familias presentes en la casa en el momento de la entrevista respondieron al cuestionario dietético.
La encuesta estuvo dividida en 2 partes: i) Una común a todos los individuos del hogar, recolectó información general del hogar, condiciones socioeconómicas, educativas del jefe de hogar, seguridad alimentaria y acceso a la salud. ii) La segunda parte incluyó preguntas sobre nivel educacional y laboral individual, estado de salud (presencia de enfermedades crónicas y/o infecciosas), participación en programas alimentarios gubernamentales, hábitos dietéticos, patrón de actividad física. Incluyó una Recordatorio de 24 h y un cuestionario de frecuencia de consumo semicuantitativo (CFC) para cada individuo del hogar incluido el jefe de familia.
Para analizar la composición nutricional de la dieta se empleó una tabla de composición de alimentos (TCA) que incluyó alimentos y recetas de platos típicos de la región. Esta se elaboró en base a la TCA de América Latina (LATINFOODS), la TCA argentina (ARGENFOODS) y los datos generados y compilados en distintas provincias del Norte (Salta, Jujuy, Santiago del Estero y Tucumán). Parte del trabajo de las encuestas consistió en la recolección de recetas tradicionales en casas y comedores escolares para determinar su composición y las porciones utilizadas. Para transformar los alimentos en nutrientes se utilizó un programa de nutrición elaborado sobre Microsoft ACCESS.
Se realizaron de acuerdo a las recomendaciones de Frisancho (6). El peso y la altura se determinaron con balanza electrónica (Tefal charm,sc 2504 Rumilly, Francia; precisión 200g) y tallímetro portátil (Kawe, 44444; Kirchner & Wilhelm GmbH, Asperg, Germany). Las circunferencias del brazo, de cintura y de cadera se determinaron con cinta métrica metálica inextensible (Kawe 43972).
En niños y adolescentes, el estado nutricional se evaluó de acuerdo a su peso para la edad (P-E), a su talla para la edad (T-E) y el índice de masa corporal (IMC) y se compararon con aquellos de los estándares de referencia de crecimiento infantil (0-5 años) y los patrones de referencia 2007 (5-19 años) propuestos por la OMS utilizando los percentiles, IMC y las puntuaciones z (7, 8).
En adultos el estado nutricional se evaluó de acuerdo al IMC utilizando la dos clasificación: i) WHO (bajo peso definido como IMC<18,5kg/m2, peso normal con IMC entre 18,5 -24,9 kg/m2, sobrepeso IMC entre 25-29,9 kg/m2 y obesidad con IMC>30 kg/m2.) (9) y ii) Empleando dos puntos de corte, IMC>25 y >27 kg/m2 para sobrepeso y obesidad respectivamente, según el índice de HANNES . Este se aplicó en trabajos de otros autores para la comunidad indígena de Chile (10). Para evaluar la adiposidad central se consideraron circunferencia de cintura (CC) e índice cintura/cadera (ICC) con puntos de corte 102 y 88 cm y 1,00 y 0,90 para hombres y mujeres respectivamente (11).
Los porcentajes de masa y grasa corporal se determinaron mediante un bioimpedanciómetro (Omron, modelo BF306).
La presión arterial se tomó con un tensiómetro portátil de muñeca (Omron RX3 plus). La hipertensión se identificó cuando la presión sanguínea diastólica/sistólica estuvo por encima de 90/140 mmHg (12).
Se llevó a cabo con el paquete estadístico IBM SPSS Advanced Statistics 20.0 (IBM Software Group, Chicago, IL, EE.UU.). Los análisis descriptivos se llevaron a cabo con la realización de tablas de contingencia, las cuales muestran el porcentajes, la media, la mediana, los mínimos y máximos y desviación estándar. Los análisis estadísticos se realizaron por separado por regiones. El grado de significación estadística de las diferencias observadas entre los sexos se realizó mediante el test t de Student de muestras independientes y para evaluar las diferencias observadas entre dos proporciones se empleó el test chi-cuadrado. Las comparaciones de medias se hicieron con el uso de la prueba ANOVA de una vía. Un valor de p>0,05 se eligió para denotar significación estadística.
El número final de encuestados fue 1338 individuos para las 3 regiones pertenecientes a 452 familias, con edades entre 2 y 96 años; se logró un 75% de participación. La selección de las casas se hizo de forma aleatoria. Las cifras de no participación incluyeron los sujetos que se rehusaron a ser entrevistado así como la no participación involuntaria debido al error de censo causado por cambios de dirección, desaparecidos, personas que no se encontraban presentes en el hogar en el momento de la entrevista o impedimentos inevitables para colaborar con la encuesta. En los casos que se presentaron alguna de esas situaciones y cuando fue posible, se entrevistó al hogar vecino.
La tabla 1 muestra las características socio-demográficas de los hogares de las regiones del NOA. Se observa que las poblaciones habitan zonas geográficamente muy similares donde las casas tienen pisos de cemento alisado, no más de 3 cuartos; las mismas tienen la cocina separada del resto de las habitaciones y poseen electricidad. Las casas en la Puna y en la Quebrada tienen agua potable, baño con letrina y pozo ciego, mientras que las casas en los Valles de Altura poseen baños con cámara séptica como desagüe y carecen de agua potable. La situación socioeconómica de la población en general es baja, con ingresos familiares que van entre los 1,50 y 4,00 dólares al día. Más del 60% de las poblaciones recibe ayuda del gobierno. El 50% de la población que habita la Quebrada y la Puna produce sus propios alimentos mientras que un elevado porcentaje (79%) de la población de los Valles de Altura no los produce.
El jefe de familia es hombre con una edad promedio alrededor de los 42 años, con un nivel ocupacional bajo y un nivel educacional intermedio. Pocos habitantes de los Valles de Altura producen y conservan sus alimentos con técnicas tradicionales (21%), mientras que el 51% de los pobladores de la Quebrada y Puna si lo hace.
En la Tabla 2 se puede observar los resultados de las medidas antropométricas realizadas a los individuos según grupo etario y región.
En el grupo de 2 a 9 años se observa que para ambas poblaciones no existen diferencias significativas en la edad y circunferencia de brazo, mientras que las niñas y niños de los Valles de Altura tienen mayor peso y altura que los niños de ambos sexos de la Puna y Quebrada (21,6 kg y 115,8 cm; 18,9 kg y 107,7 cm respectivamente). Por otro lado, el porcentaje de niños varones de la Puna y Quebrada con sobrepeso (IMC igual o superior al percentil 85 de los valores estándares) fue mayor que los niños y las niñas de los Valles de Altura, y estos últimos tuvieron una prevalencia de obesidad más alta (15 %), es decir niños con un IMC mayor o igual al percentil 95 de los valores de referencia.
En cuanto a los adolescentes de las tres regiones, con una edad media de 13 años no presentaron diferencias significativas en la misma. La prevalencia de sobrepeso y obesidad fue mayor en los adolescentes de los Valles de Altura (14,8 %).
Un elevado porcentaje de niñas (20,5 y 23,6%) y adolescentes mujeres (15,8 y 24,1%) que viven en la Quebrada y Puna respectivamente, presentaron baja talla para la edad, indicativo de un retraso de crecimiento.
En adultos de las 3 regiones se observó talla promedio baja, (T=1,56 cm) (Tabla 3). En el análisis de los resultados de IMC, se encontró 31,2 y17,9 % prevalencia de sobrepeso y obesidad cuando se consideró los valores establecidos por la OMS y 15,3 y 33,7 % respectivamente, al aplicar los puntos de corte sugeridos por el estudio HANNES. Si bien los valores en cada grupo difieren según las referencias empleadas, es importante destacar que el porcentaje total de la población con sobrepeso y obesidad es cercano al 50%. La obesidad es una característica más frecuente en los hombres. Además, la población de los Valles de Altura presentó una elevada adiposidad central tanto en los hombres como en las mujeres y el 41,7% de esta población tiene alto riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Casi el 50 % de la población adulta de los Valles de Altura presentó hipertensión.
La tabla 4 muestra la frecuencia de consumo promedio de alimentos de las poblaciones en estudio. En general, consumen diariamente tres porciones de cereales, una porción de tubérculos y carne (50g) y dos porciones de frutas, verduras e infusiones. Los huevos y las legumbres se consumen 2 y 3 veces por semana respectivamente. Consumen 4 porciones de grasas y 7 porciones de aceites por semana, siendo mayor el consumo en la región de la Puna. Los niños y adolescentes ingieren postres 2 a 3 veces por semana. El pescado fresco o enlatado no está incluido en la dieta de estas poblaciones. Los patrones de consumo difieren para lácteos, siendo el consumo de los niños de los Valles de Altura el doble que el de los que habitan las otras regiones (14 porciones por semana). También las bebidas azucaradas se consumen en mayor cantidad en los Valles de Altura, siendo el grupo de los adolescentes el mayor consumidor (11 porciones por semana). La población de la Puna y Quebrada consume el doble de dulces (14 y 12 porciones por semana respectivamente) que la población de los Valles de Altura.
Las poblaciones de los Valles Calchaquíes, de la Quebrada y Puna pertenecen en gran parte a la comunidad indígena y viven a altitudes elevadas. Según algunos investigadores en las poblaciones de alturas superiores a 3000 msnm, a las condiciones geográficas y climáticas impuestas por el entorno físico se añaden situaciones socioeconómicas restrictivas, que limitan el acceso a una buena alimentación y a un adecuado control higiénico sanitario (3, 13).
Las poblaciones tienen un nivel socioeconómico y ocupacional muy bajo y las dos terceras partes reciben algún tipo de ayuda o participa en algún programa de alimentación del gobierno.
Los niños y adolescentes de los Valles de Atura son más altos que los niños de la Quebrada y Puna, estos últimos presentan elevados porcentajes de desnutrición crónica 20,5 y 23,6 %, respectivamente, prácticamente el doble respecto a los niños de los Valles de Atura (10,2%). Este retraso en el crecimiento fue similar a los encontrados para niños que habitan regiones de altura en Bogotá, Colombia (9,8%); Turquía (5,7%), Nigeria (11,6) y Arabia Saudita (10,9%) (14-17). Sin embargo , las tres regiones del NOA tuvieron menor prevalencia de desnutrición crónica en niños comparada con los de áreas rurales de Perú (49%) y Guatemala (47.3%) (18, 19). Esta desnutrición crónica se relaciona con el bajo consumo de proteínas y energía, probablemente también con las deficitarias condiciones sanitarias y a la falta de disponibilidad de alimentos y de atención médica en toda la Región.
En este estudio un porcentaje considerable de los niños y adolescentes presentaron conjuntamente con la desnutrición crónica, sobrepeso y/u obesidad. Esta situación concuerda con los resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) (20) en la que las situaciones más prevalentes en niños y niñas menores de 5 años fueron la baja talla y la obesidad. Los resultados de la ENNyS mostraron que aproximadamente 1 de cada 10 niños de ambos sexos presentaron baja talla para la edad y que la frecuencia de baja talla fue mayor en los niños y niñas de hogares en condición de privación socioeconómica, mientras que la prevalencia de obesidad tiende a ser más elevada en aquellos en hogares sin necesidades básicas insatisfechas, situación particularmente observada en las regiones de NEA, NOA y Pampeana (20). Mientras que en la población en estudio se observó que ambas situaciones de niños y adolescentes con baja talla para la edad que presentaron conjuntamente sobrepeso y/obesidad provienen de hogares con situaciones socioeconómicas bajas.
Se puede observar en la Tabla 4 que la monotonía que caracteriza al patrón alimentario es el punto de unión entre las deficiencias de nutrientes y la obesidad observada. No más de 25 alimentos concentran el 90% de las calorías consumidas. Además, hubo una contribución importante de hidratos de carbonos a la ingesta de energía total. Las fuentes de hidratos de carbono fueron principalmente los cereales refinados (harinas, pastas, arroz blanco) y granos así como productos azucarados. El elemento nuevo e indeseable en el patrón alimentario de los adolescentes de los Valles de Altura son las bebidas azucaradas y carbonatadas tipo cola, con tamaños de porciones elevadas que llegan a 120 kcal/100g.
En los adultos, se encontró que la altura promedio de la población de los Valles de Atura fue baja y similar a la altura de otras poblaciones andinas (Perú quechua, 158 cm, aymara de Bolivia 161 cm, aymara de Chile, 163 cm), y mayor que la altura promedio observada en la población de la Puna y Quebrada.
Las poblaciones adultas presentaron según el IMC promedio para hombres y mujeres, una prevalencia alta de sobrepeso el cual es un importante factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares y crónicas. En estudios previos observaron que la probabilidad de presentar incremento de peso aumenta significativamente a partir de los 40 años. Se ha postulado como causas del aumento de peso con la edad la disminución de los requerimientos energéticos a consecuencia de la disminución de la masa muscular con la edad y/o de la actividad física, el embarazo y la menopausia en el caso de las mujeres (36-38). En la Encuesta Nacional de Salud (ENS) de 2003 realizada en una muestra representativa de la población del país por el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Estadística de Chile (39), se encontró una prevalencia de sobrepeso del 38%, de obesidad del 22%, y 1,3% de prevalencia de la obesidad mórbida (IMC> 40 kg/m²), cifras similares a las que se encontraron en el presente estudio (40). Estudios previos (41) han sugerido que el IMC puede no ser un buen índice de obesidad entre las comunidades étnicas que viven en las regiones Puna, Quebrada y las de los Valles de Atura. Sin embargo, si se utiliza la circunferencia de la cintura como una medida aproximada de la adiposidad central, que también ha sido vinculado a un mayor riesgo cardiovascular, se observa que la proporción de personas con obesidad central también fue alta, similar a lo que mostró el IMC medido tanto de acuerdo a las referencias de la OMS como del HANNES.
La ingesta energética (IE) total para los diferentes grupos etarios de las tres regiones reportada en estudios previos (21, 22) fue inferior a los requerimientos. La relación promedio entre IE y tasa metabólica basal (TMB) resultó baja, con valores aparentemente no compatibles con un estado de salud adecuado a largo plazo. La alta variabilidad indicada por la desviación estándar (DE) muestra que es posible la existencia de una situación de “sub-reporte ” por parte de los encuestados es decir, la tendencia de los individuos a declarar una ingesta de energía más bajos, especialmente aquellos con sobrepeso. Por otra parte el consumo de energía baja podría estar relacionado con el gasto de energía bajo como consecuencia de la forma de vida sedentaria en esta población. Son personas que tienen ocupaciones que no requieren esfuerzo físico, no caminan largas distancias y no hacen ejercicio ni participan en actividades deportivas con regularidad, pasan la mayor parte de su tiempo libre sentados. Finalmente, algunos autores han sugerido que las ecuaciones de la TMB de la FAO/WHO (1985) pueden sobreestimar las necesidades diarias de energía (23). Un panel de expertos de la International Obesity Task Force (IOTF) sugirió una serie PAL algo más baja de 1,50 a 1,55 como representativas de las personas sedentarias (24). El cociente IE/TMB con un valor de 1,05 ±0,5 puede considerarse equivalente al nivel de actividad física (PAL) si el sujeto mantuviera un peso constante, lo cual se adapta a la población adulta en estudio que mostró tener un bajo nivel de actividad.
Sin embargo , también se debe tener en cuenta que estas personas habitan en zonas de altura y tienen características antropométricas y mecanismos de adaptación para las condiciones climáticas extremas y altitud de la región, lo cual explicaría parcialmente las actividades desarrolladas aun con la situación planteada; las condiciones geo-climáticas adversas causan hipoxia por la baja presión atmosférica asociada a la altitud, lo cual es un factor estresantes al que los individuos responden biológicamente (25). Esta característica condiciona también los escasos recursos ecológicos disponibles. En esta población los adultos se caracterizan por una menor estatura, un mayor índice córmico (relación entre extremidades inferiores y parte superior del cuerpo) y un perímetro torácico mayor que las poblaciones de menor altitud (26).
La coexistencia de desnutrición crónica y obesidad en el mismo hogar se observó a nivel población en las 3 regiones del noroeste. Esta existencia de personas con falta y exceso de peso en el mismo hogar suele llamarse un hogar con doble carga de malnutrición. La presencia de esta doble carga se debe al cambio de alimentación que está teniendo lugar en los países en desarrollo. Estos países acusan menores niveles de actividad física y un cambio en su dieta, que incluye mayor consumo de grasas y azúcares. Con la globalización de los mercados alimentarios, los países en desarrollo reciben mayores cantidades de alimentos de bajo costo y ricos en calorías, y la presión del mercado hace que los hogares más pobres compren más esos alimentos baratos (27). La composición típica del plato principal de alimentos de estas poblaciones, por lo general tiene una base de arroz, pasta, harina de trigo o maíz, acompañada por tubérculos o huevos, o pocas hortalizas y carne de vaca. Este plato varía poco de un día para otro, constituyendo una dieta monótona, con un alto consumo de azúcares simples (bebidas azucaradas y dulces) y cereales refinados. Situación similar a las de las poblaciones en estudio, se ha observado en una muestra de población de Colombia, la cual a tuvo una baja ingesta de verduras, legumbres y frutas en comparación con las recomendaciones (28). También tenían un bajo consumo de productos lácteos (29). Schejtman comparó el patrón dietario de la muestra colombiana con la dieta promedio de América Latina, y concluyó que encajan en el modelo correspondiente a los países andinos, es decir dominado por el consumo de tubérculos y cereales (30). Como resultado del bajo consumo de frutas y vegetales de las poblaciones bajo estudio, se puede predecir que tienen baja ingesta de fibras. A esta situación, Popkin y colaboradores la han descrito como característica de los países de ingresos medio que están atravesando un estado de transición nutricional, los cuales muestran cambios en los patrones de consumo pasando de una dieta alta en hidratos de carbono complejos, de granos enteros y en base de cereales integrales, frutas y hortalizas hacia una de mayor consumo de granos refinados, alimentos ricos en grasas, productos azucarados y alimentos procesados, o elaborados fuera de la casa. Los cambios en la dieta y en la actividad física suelen estar relacionados con las condiciones económicas de un país.
En este sentido, aun cuando las poblaciones de los Valles de Altura, la Quebrada y Puna tienen un nivel socioeconómico bajo, se han globalizado y han cambiado de una condición de alta prevalencia de bajo peso y déficit de crecimiento hacia un escenario marcado por un incremento del sobrepeso y la obesidad que acompaña a enfermedades crónicas como por ejemplo las cardiovasculares, diabetes y cáncer. Esto podría explicarse por la ingesta de alimentos y por el bajo nivel de actividad física encontrado en las mismas.
Estos hogares con doble carga de malnutrición representan una dificultad para la salud pública, porque las intervenciones dirigidas a reducir el problema de la desnutrición son contrarias a los programas de prevención de la obesidad; y las intervenciones para reducir el exceso de peso pueden recomendar una dieta baja en grasas, lo que tiene efectos adversos para los miembros del hogar con bajo peso (5). Por ello los programas de promoción de la salud deben promover alimentos nutritivos y un estilo de vida sano, para abordar ambas formas de malnutrición al mismo tiempo.
En niños, adolescentes que viven en la Quebrada y Puna, el retraso en el crecimiento constituyó la situación más prevalente, y en los adultos existió una elevada prevalencia de sobrepeso y obesidad. Mientras que la población en general de los Valles de Altura tuvo mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad. Los factores ecológicos y biológicos podrían explicar el estado nutricional de estas poblaciones. La coexistencia de personas con alto y bajo peso en el mismo hogar podría deberse a los bajos niveles de actividad física encontrados en estas poblaciones, además de la distribución de alimentos en el hogar que varía de un miembro de la familia a otro. La sustitución de los platos tradicionales por otros patrones de alimentación de tipo occidental y pérdida de las producciones típicas de la región se refleja en el patrón de ingesta de alimentos. Los resultados sugieren que estas poblaciones estarían en etapas tempranas de transición nutricional con el cambio generalizado de la dieta hacia un aumento del consumo de azúcares y granos refinados. Estos resultados podrían ser el punto de partida para fomentar en estas poblaciones hábitos alimentarios más saludables y una dieta menos monótona. Es necesario incorporar mayor variedad de alimentos, entre ellos se proponen incluir productos autóctonos de la región, que en la actualidad solo son comercializado e incorporado en la “ruta gourmet” donde pocas personas con alto poder adquisitivo son las que pueden disponer de los mismos. También formular, planificar y ejecutar nuevas estrategias nutricionales para revertir o evitar la aparición de patologías crónicas relacionadas a las deficiencias o a los excesos nutricionales.
Una limitación metodológica de este estudio es que se emplearon tablas de composición de alimentos transfronterizas para estimar la ingesta de nutrientes por carecer de datos propios de varios alimentos de la región; la mayor fortaleza es que por ser la población en estudio minoritaria respecto a la población total del país, no se incluye en los estudios nacionales. Esto implica que la información disponible sobre estado nutricional y hábitos alimentarios de esa población es insuficientes y que la generada en este estudio cubre aspectos que contribuyen para encontrar soluciones a los problemas de mal nutrición.
Este trabajo fue desarrollado con recursos provenientes de la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Tucumán (CIUNT) y de la Secretaría de Ciencia y Técnica y Estudios Regionales de la Universidad Nacional de Jujuy (SECTER).
Los autores agradecen a los Agentes Sanitarios, Ministerio de Bienestar Social de las Provincias de Tucumán y Jujuy (Argentina). Un agradecimiento especial a M. Lobo, N. Farfán, C. Miranda, M. Pérez, C. Martínez, J. Gutierrez, V. Taboada, C. Segundo, A. S. Chañi, M. E. Acuña, S. Burke, M. E. Jiménez, A. Rossi, E. Castellino, L. Vaca, N. Gotter, C. Baricco, M.I. Buffo y E. Paz, que colaboraron con las encuestas.
Recibido: 23-04-2013
Aceptado: 15-07-2013