La seguridad alimentaria (SA) es el acceso suficiente a alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer las necesidades alimentarias y preferencias personales, y llevar una vida sana y activa. En el presente estudio se determinó la seguridad alimentaria de 302 familias de escolares de un municipio rural del departamento de Cauca, Colombia; y los factores asociados a la misma. Los hogares seleccionados hacían parte de un proyecto de impacto nutricional de maíz con mayores nutrientes realizado en esta zona. En estos hogares se aplicó una escala de SA compuesta por 12 ítems y un cuestionario sociodemográfico. Los hogares se clasificaron con seguridad e inseguridad alimentaria leve, moderada y severa. El 44,37% de los hogares se encontró en SA y el 55,63% con inseguridad alimentaria (IA), (41,39% presentó inseguridad leve, 12,25% inseguridad moderada y 1,99% inseguridad severa). Las familias que se encontraron en IA tenían hogares en donde el número de personas que trabajaban es relativamente menor al número de personas que allí vivían, contaban con menos de 4 bienes o servicios y el (los) niño (s) tenían menos apetito en comparación con las familias que se encontraban con SA. En conclusión más de la mitad de las familias encuestadas se encontraron en IA y los factores que la influencian están asociados al ingreso familiar.
Palabras clave: Inseguridad alimentaria, Escolares, Rural, Colombia
Food security is sufficient access to safe and nutritious foods to satisfy nutritional needs and personal preferences, and to lead a healthy and active life. The current study evaluated food security in 302 families with school-age children living in a rural municipality in Cauca, Colombia, and factors associated with food security. Families were participating in an evaluation of the nutrition impact of an intervention with nutritionally improved maize. A12-item food security scale was applied to the household head, as well as a sociodemographic survey. Families were classified as food secure, or mildly, moderately or severely food insecure. Among households, 44,37% were classified as food secure and 55,63% as food insecure (with 41,39% as mildly insecure, 12,25% as moderately insecure and 1,99% as severely insecure). Food-insecure families had fewer persons working relative to the total individuals in the home, 4 or fewer services or assets, and children with a reduced appetite, in comparison with food-secure households. In conclusion, more than half of the sample was food insecure; the factors associated with food insecurity relate to family income.
Key words: Food insecurity, school-age children, rural, Colombia
Centro Internacional de Agricultura Tropical, Cali, Colombia.
El concepto de Seguridad Alimentaria (SA) está definido como el acceso físico, económico y social a los alimentos necesarios (en cantidad, calidad nutricional, seguridad y preferencia cultural) para una vida activa y saludable, por todos los miembros de la familia, en todo momento y sin riesgo previsible de perderlo (1). La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación -FAO- sostiene que la SA debe perseguir tres propósitos específicos: asegurar la adecuada producción alimentaria, estabilizar al máximo el flujo de los alimentos y garantizar el acceso de los mismos a todas las personas (1).
Estudios revelan que evaluar la seguridad alimentaria es de gran importancia por las repercusiones en el estado de la salud y la nutrición de los individuos (1), en el rendimiento escolar de los niños, en la capacidad laboral de los adultos, en la estabilidad emocional de los miembros del hogar, en la dinámica familiar y en la preservación del medio ambiente y de los recursos naturales (2). Otros estudios hablan de la importancia de la SA y la capacidad con la que cada hogar accede a los alimentos (cantidad y calidad) para llevar una vida saludable, sin estar en riesgo de Inseguridad Alimentaria (IA) y de vulnerabilidad de cada miembro del hogar a la misma (2).
En Colombia, la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional (ENSIN) reporta para el 2005 que cerca del 40,6% de los hogares colombianos, con menores de 18 años, se encuentran en IA (3) cifra que aumenta al 45,7% en el año 2010 (4). Esta situación es determinante para definir las políticas de salud puesto que el impacto de la IA se ve reflejado en la capacidad del individuo y por lo tanto en la evolución social de la población. En el noroccidente colombiano una alta proporción de los hogares disponen de alimentos de todos los grupos (leche y derivados lácteos, carnes, leguminosas, frutas, verduras, cereales, tubérculos y plátanos, azúcar y grasas), pero esto no es suficiente para garantizar la SA de los miembros de la familia dada la poca variedad de alimentos en cada uno de los grupos (5).
Conocer los niveles de inseguridad alimentaria es importante para encaminar las acciones relacionadas con el avance en los objetivos del milenio. Además de ser la SA la mayor causante de hambre y malnutrición en el mundo (6), en el presente estudio se evalúo la seguridad alimentaria en hogares con menores de 18 años, lo que lo hace relevante dada la repercusión de la IA en el desarrollo de este grupo etario. La IA en los niños y menores de 18 años trae como consecuencia un menor rendimiento académico y una disminución en los perfiles que socialmente puedan desempeñar (7). La cuantificación de la IA en los hogares con menores es útil, ya que identifica a los niños con mayor riesgo de retraso en su desarrollo neurocognitivo, el peor rendimiento en lectura y lo que socialmente esto representa (7). El presente estudio es parte de un proyecto que se adelantó en el norte del Cauca y tuvo como objetivo evaluar la SA de familias en esta zona del país y los factores asociados a la IA.
Municipio del estudio. Este trabajo se realizó en un municipio rural, mayoritariamente indígena, en el departamento del Cauca, Colombia. El municipio cuenta con 84 instituciones educativas agrupadas en 12 sedes principales y 72 subsedes. El cabildo indígena regional administra el mayo número de instituciones educativas (n=50). Las demás sedes educativas son administradas por el departamento. Este fue un estudio transversal, con datos obtenidos durante la línea basal de un estudio experimental.
Aprobación ética. La aprobación del estudio la hizo el Comité de Bioética en Investigación en Humanos de la Universidad de Antioquia, para evaluar, al mismo tiempo, la seguridad alimentaria y algunos componentes sociodemográficos, físicos y psicológicos de escolares. Se obtuvo el permiso de los rectores de cada colegio y el consentimiento informado del padre de familia o acudiente, en ambos casos por escrito, además del asentimiento de cada niño. El consentimiento informado incluyó los principios éticos para las investigaciones médicas en seres humanos, de la declaración de Helsinki.
Selección de las instituciones educativas y los niños. Se siguió un proceso multi-etápico para la selección de participantes (Figura 1). El tamaño de la muestra se realizó según los criterios por Gunaratna y colegas 2010 (8). De las 84 instituciones educativas del municipio se extendió una invitación a participar a 27 de ellos, con los siguientes criterios de inclusión: cercanía a la carretera principal, tener un espacio físico para la preparación de alimentos, contar con restaurante escolar y con al menos una preparadora de alimentos (ecónoma), y ser beneficiario del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en el programa de alimentación escolar (9). Trece de los centros aceptaron la invitación y se obtuvo consentimiento por escrito del rector para la participación de los mismos. Se priorizaron los niños más jóvenes de cada centro, específicamente los de grados pre-escolar, primero, segundo y tercero. A los 13 centros educativos convocados se les entregó las cartas de consentimiento informado para que los padres autorizaran voluntariamente la participación de cada uno de los niños, entre pre-escolar y tercero (n=1049). Se obtuvo consentimiento escrito de 416 escolares. Se pesaron y tallaron a 409 de estos escolares, como parte de una evaluación tamiz. De los centros y niños con datos, se decidió realizar una evaluación a mayor profundidad con 12 centros y 314 niños. El centro excluido se encontraba distante de los demás, no tenía la posibilidad de siembra de un cultivo objeto del estudio por estar ubicado a más de 2000 m.s.n.m. y los niños en los primeros grados no hablaban castellano. La selección de los niños se basó en su edad (entre 4 y 10 años) y grado escolar (entre pre-escolar y tercero de primaria). Los datos obtenidos de los escolares incluían una evaluación neuropsicológica, y la aplicación de pruebas físicas y medición de pasos mediante podometría. Además, se aplicó a los padres de los niños (n= 302) una encuesta sociodemográfica y un instrumento para evaluar su la seguridad alimentaria.
Variables predictoras: Las variables predictoras se definieron de la siguiente manera: Afiliación al SISBEN (0= SISBEN 0, 1 o 2 y 1= No está afiliado al SISBEN, no sabe o no responde), cultivo de maíz o fríjol en su terreno (1= Sí y 2= No); cuenta con luz eléctrica, nevera, agua y televisor en su vivienda (1=Sí y 2= No); sexo del menor, objeto de la entrevista (0= Masculino y 1= Femenino), niño indígena (1= Sí y 2= No); puntaje Z del Índice de Masa Corporal (IMC) (0= IMC/Edad <=-2Z y >=-1Z y 1= IMC/Edad >-2Z y <1z), apetito del menor (1= Muy bueno, 2=Bueno, 3= Regular, 4= Malo, 5= Muy malo y 6= No sabe , no responde); edad del niño (años en el momento de la entrevista), consumo de al menos un alimento de origen animal en las últimas 2 semanas por parte del niño (0= no comió ningún alimento de origen animal en las últimas 2 semanas y 1= comió al menos un alimento en las últimas 2 semanas), distancia a la unidad de salud más cercana (1= no sabe, no responde y 2= Sí responde (unidad en tiempo)), número de personas que viven en el hogar (2 a 15) y número de personas que trabajan en el hogar (0 a 8).
Variable de desenlace. La variable de desenlace fue definida como Seguridad Alimentaria y se categorizó cero (0) para seguridad alimentaria y uno (1) para inseguridad alimentaria.
Escala de seguridad alimentaria. Para medir la SA en los hogares, se utilizó la escala de seguridad alimentaria en el hogar que Álvarez y col. (10) adaptaron y validaron en hogares urbanos y rurales de Antioquia, Colombia. Esta misma escala se utilizó en la ENSIN 2005 para evaluar la seguridad alimentaria en los hogares colombianos (3).
La escala utilizada se caracteriza por ser continua y medir el grado de IA en el hogar y no por cada miembro de la familia en particular. La escala consta de 12 ítems relacionados con la disponibilidad de dinero para la compra de alimentos, disminución de las comidas en el hogar por falta de dinero y la experiencia de hambre de algunos de los integrantes del hogar en los últimos 30 días. La respuesta afirmativa para cada uno de los ítems daba lugar a la frecuencia con la que ocurría (siempre, algunas veces o rara vez).
Puntuación en la escala (7). A la frecuencia con la que ocurría cada ítem se le asignó un valor: siempre, 3 puntos; algunas veces, 2 puntos; rara vez, 1 punto; no, 0 puntos. Estos valores generaron para cada hogar un puntaje mínimo de 0 y máximo de 36, del que dependió su ubicación en cuatro categorías:seguros (0 puntos), inseguridad alimentaria leve (1 a 12 puntos), inseguridad alimentaria moderada (13 a 24 puntos) e inseguridad alimentaria severa (25 a 36 puntos)) (Tabla 1).
Análisis estadístico de datos. Los datos se digitaron en EPI INFO versión 6,04 (CDC, 2001) y se hizo una doble digitación para asegurar la calidad de los mismos. Posteriormente, se analizaron en Microsoft Excel® y Stata versión 9 (StataCorp, 2005). La variable de desenlace fue categoría de SA de las familias (seguras o inseguras), y las predictoras de SA provenían de un marco conceptual elaborado con base en literatura científica. Se realizó un análisis bivariado entre categoría de SA y cada variable predictora, y aquellas con un p < 0.20, se consideraron estadísticamente importantes y se incluyeron en una regresión logística multivariada. Aquellas con un p < 0.05 se consideraron estadísticamente asociadas con SA.
Se evaluaron 302 hogares en los que hubo por lo menos un menor de 18 años. El 44,37% de los hogares se encontraban en SA, el 41,39% en IA leve, el 12,25% en IA moderada y el 1,99% en IA severa. (Tabla 1).
El 53,97% de las familias encuestadas son indígenas, de acuerdo a la descripción étnica que cada acudiente hizo del niño objeto de esta encuesta (Tabla 2 y 3). En esta población mayoritariamente rural, el 40,07% de las personas se encuentran vinculadas al SISBEN (Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales) (11), lo que significa que han sido seleccionados e incluidos en los programas sociales por considerarlos parte de la población más vulnerable del país. Cada hogar está conformado por un promedio (± DE) de 6,28 (±2,39) personas y se mantienen con el ingreso de 2,05 (±1,02) de ellas. El 50,99% de los hogares cultivan maíz o fríjol. El 19,21% de los hogares cuenta con luz eléctrica, el 63,25% con nevera, el 27,15% con televisor y el 17,22% con acueducto, y tan solo el 32,78% cuentan con luz eléctrica, nevera, televisor y acueducto.
De las familias encuestadas el 44,52% tenía un menor de 18 años de sexo femenino. El 20,97% de los menores de 18 años tenían un índice de masa corporal (IMC) adecuado para la edad (12) y el 18,87% cursaba pre-escolar, el 30,79% primero, el 26,16% segundo y el 24,17% tercero.
Los niños tuvieron 7,37 años en promedio. Más de la mitad de los niños tenían buen apetito, y fueron los huevos y la carne los alimentos de origen animal que más consumían. Más del 80% de los niños se alimentaba con uno de ellos 3 ó más veces por semana, aproximadamente (datos no reportados). De las variables que se consideraron podrían influir sobre la SA, las estadísticamente significativas fueron: la relación entre las personas que viven en la casa y las que trabajan; los hogares con los 4 bienes y/o servicios y el buen apetito de los niños; sin embargo, otras más fueron incluidas en la regresión logística (Tabla 4).
La IA se caracteriza principalmente por falta de dinero para la compra de alimentos, por disminución en el número de comidas o disminución en la compra de alimentos indispensables para los niños (13). En 302 familias con al menos un menor de edad, radicadas en un municipio rural en el suroccidente colombiano, se encontró que el 44,37% de los hogares estaba en seguridad alimentaria y el 55,63% con inseguridad alimentaria; 41,39% con inseguridad leve, 12,25% moderada y 1,99% con inseguridad severa (Tabla 1). La prevalencia de inseguridad alimentaria en este municipio (55,63%) es superior a la reportada para hogares en Campinas, Brasil, (40,5%) (14) y Ghana (15), y casi 3 veces mayor a la reportada para los hogares estadounidenses (20,3%) (16). Sin embargo, es menor a la reportada para los hogares rurales de Caracas, Venezuela (64,0%) (15); Sao Paulo, Brasil (61,2%) (15), Burkina Faso (73,0%) y Bolivia (70,4%), y similar a la encontrada en Antioquia, Colombia (51,7%) (18), y a la reportada para hogares rurales en Colombia en el 2005 (58,6%) (3) y 2010 (57,5%) (4). La SA varía de acuerdo a múltiples factores, entre ellos la zona, el país y la comunidad donde se mida (13). Para la zona del Cauca ésta ha sido una determinante ya que la población rural es casi 3 veces mayor a la del resto del país (19). Por otra parte, se encuentra la explicación del carácter estructural de la pobreza rural, ya que es éste un impedimento para el mejoramiento y la acumulación de ingresos en los hogares rurales . Los resultados son corroborados por el evidente estancamiento que sufre el país en la generación de empleo en el campo, la estabilidad del jornal rural y el ahorro de mano de obra campesina reemplazada por maquinaria, entre otros, que ha contribuido a la estabilización de inequidad y pobreza en el campo (18).
La prevalencia de IA moderada (12,25%) fue similar al nivel nacional colombiano (11,2%) (3) y a la zona rural de un municipio de Antioquia (10,3%) (16) e inferior a la de Bolivia (43,5%) (11) y Burkina Faso (51,5%) en zonas con más del 50% de la población rural, y superior a la reportada para Caracas (6,0%) (15) y Estados Unidos (3,5%) (14). La prevalencia de inseguridad alimentaria severa (1,99%) fue menor a la reportada para los hogares de Antioquia (16), Colombia (3); Campinas (11) y Sao Paulo, Brasil, con 3,8%, 3,6%, 6,6% y 13,0%, respectivamente.
De las 14 variables predictoras exploradas sólo 6 fueron estadísticamente importantes en el análisis bivariado con SA, y de éstas, sólo 3 fueron estadísticamente asociadas con IA en la regresión logística multivariada (Tabla 4). Primero, la IA aumenta cuando menos personas trabajan, en relación con las que viven en la casa. Este es un factor endógeno de los más relevantes para determinar la IA o SA del hogar (20), pues existe una estrecha relación entre el tamaño, la composición y la cabeza del hogar con respecto al ingreso en el hogar (4, 18). Como segundo indicador se encontró la posesión de bienes/servicios. Esto deja ver que entre menos bienes/servicios tenga un hogar, se aumenta la posibilidad de IA. Esta relación se atribuye al factor socioeconómico, principalmente relacionado con el ingreso, ya que las posesiones en el hogar son el reflejo de la condición socioeconómica de la familia (20). Es por ello que se puede concluir que cuando se tienen más bienes y se cuenta con un acceso más fácil a los servicios, existe menos riesgo de IA (21).Y finalmente, la IA se acrecienta cuando el apetito del niño disminuye, ya que todos los comportamientos relacionados con la alimentación (gustos, rechazos, etc.) son un condicionante de nivel de SA para el individuo (22). Con este estudio se hace un aporte a la búsqueda de variables y herramientas que predigan o influencien la IA, para tomarlas como base fundamental en la toma de decisiones políticas y sociales (23). Las demás variables incluidas en el análisis multivariado no fueron estadísticamente relacionadas con la IA de los hogares encuestados.
Además de los predictores de IA antes mencionados, existen otras evidencias de la relación que la IA tiene con el bajo consumo de frutas y hortalizas, menos comida con mayor energía proveniente de hidratos de carbono, y menor consumo de fibra dietaria y nutrientes vitales. Estas inadecuadas prácticas dietarías conducen a tener mayor riesgo de enfermedades crónicas no trasmisibles, y por ende los hogares con IA están más expuestos a padecer de dichas enfermedades en comparación con los hogares con SA (24).
Una de las principales limitaciones en este estudio fue el carácter de conveniencia de la muestra de participantes, lo que impide generalizar los hallazgos a escala poblacional. Los resultados de este estudio tienen implicaciones para los programas gubernamentales de asistencia alimentaria, educación y nutrición en esta zona del país, así como influencia en estudios y prácticas para otras zonas rurales colombianas.
texto, a Freddy Escobar por el acompañamiento, y a las ecónomas, padres de familia, profesores y comunidad en general de los centros educativos que estuvieron vinculados al proyecto. A las asociaciones, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Asocabildos, alcaldía municipal y demás entes gubernamentales y no gubernamentales que acompañaron a lo largo del tiempo este proyecto. A Paola Imbachí, Sonia Pazos, Ximena Rivas, Catalina Mateus y Franciné Robles por la recolección de los datos, y al personal encargado de la recolección de otros datos no reportados. A la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional CIDA (CIDA 7034161) por la financiación de la investigación a través del proyecto AgroSalud.
Recibido: 23-06-2011
Aceptado: 14-08-2012