El objetivo del trabajo fue analizar comparativamente el crecimiento en relación con la menarca entre niñas de dos poblaciones urbanas argentinas. Se realizó un estudio antropométrico transversal, descriptivo-comparativo en 2.474 escolares comprendidas entre 8,0 y 16,9 años procedentes de Santa Rosa (SR) y La Plata (LP). Se registraron presencia de menarca y las variables antropométricas peso corporal, estaturas total y sentado, perímetro braquial, pliegues subcutáneos tricipital y subescapular. Fueron calculados índices de masa corporal, subescapular/tricipital y áreas muscular y adiposa del brazo. El grupo de estudio fue dividido en 4 grupos según ciudad y presencia de menarca. La caracterización socio-ambiental establecida mediante encuesta estructurada indicó diferencias significativas entre ciudades para condición de tenencia, características constructivas y servicios de las viviendas, cobertura de salud, asistencia monetaria, nivel educativo y ocupación laboral de los progenitores marcando un mayor bienestar en las jóvenes de SR. La menarca a una edad promedio de 12,7 años fue más prevalente en SR (40,6%) que en LP (33,7%) (c2=12,9; p<0,01). El ANOVA indicó diferencias significativas entre ciudades para estaturas total y sentado y área muscular (p<0,01), peso corporal y perímetro braquial (p< 0,05) que en general permanecieron en la comparación post hoc por edad en los grupos madurativos pre-menarca y post-menarca. La presencia de un tamaño corporal reducido, a expensas de menor estatura total, área muscular y longitud de piernas en las jóvenes de LP, asociados a una menor prevalencia de menarca en esta ciudad, representaría el costo adaptativo a un ambiente de menor bienestar.
Palabras clave: Crecimiento, maduración sexual, menarca, composición corporal, Argentina.
The aim of this study was to analyze growth in relation to menarche in girls from two Argentinean urban populations. We performed a comparative-descriptive cross sectional study in 2474 schoolchildren between 8.0 and 16.9 years old from Santa Rosa (SR) and La Plata (LP) cities. We registered the presence of menarche and anthropometrics variables of body weight, total and sitting heights, arm circumference, triceps and subscapular skinfolds. Body mass index, subscapular / triceps index and muscle and fat arm areas were calculated. The study group was divided into 4 groups according to the city and menarche. The socio-environmental structured survey indicated significant differences between cities with these variables: tenure status, building materials and services, health care coverage, cash assistance, educational level and parents’ occupation, therefore establishing a higher welfare in youngsters of SR. Menarche at a mean age of 12.7 years old was more prevalent in SR (40.6%) than in LP (33.7%) (c2=12.9; p<0.01). The ANOVA indicated significant differences between cities in total and sitting heights and muscle area (p <0.01), body weight and arm circumference (p <0.05) which were generally held in the post hoc comparison by age in pre-menarche and post-menarche groups. The presence of a small body size at the expense of lowering in: total height, muscle area and leg length in LP youngsters, associated with a lower prevalence of menarche in this city, it would represents the adaptive cost of a lower welfare environment.
Key words: Growth, sexual maturation, menarche, body composition, Argentina.
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Facultad de Ciencias Veterinarias. Universidad Nacional de La Plata - CCT La Plata CONICET. Argentina. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata Argentina.
El trabajo ha sido financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) PICT OC-AR 03/14095.
A lo largo de la ontogenia humana se producen diferentes transformaciones biológicas tanto en forma como en tamaño y composición corporal. En este sentido, la adolescencia constituye una etapa emblemática del ciclo de vida, en ella se produce la interfaz entre el período infanto-juvenil y la etapa adulta. Uno de los eventos que se lleva a cabo es la pubertad, momento en el que se produce la reactivación del eje hipotalámico-hipofisiario-gonadal dando inicio a la maduración sexual e incremento en la secreción de las hormonas sexuales que promueven cambios fenotípicos significativos no sólo a nivel somático, sino también psicológico y comportamental (1). Entre las modificaciones somáticas más prominentes pueden mencionarse el crecimiento acelerado en peso y talla, asociados a cambios en la composición corporal, y el surgimiento de los caracteres sexuales secundarios, los que en su conjunto intensifican el dimorfismo sexual (1-3). Durante esta fase también se hacen más evidentes las diferencias corporales entre aquellos individuos de un mismo sexo que poseen edad cronológica similar pero que difieren en sus ritmos de maduración (4-6).
En el sexo femenino, la menarca, menarquía o primer flujo menstrual tiene relevancia como indicador de inicio de activación del aparato genital y es considerado por lo tanto un hito puberal inequívoco. Junto a la menopausia, la menarca determina el intervalo natural reproductivo femenino (7) y ha sido especialmente utilizada en estudios retrospectivos para evaluar entre otros aspectos la tendencia secular (8,9). La información disponible a escala mundial indica que sucede a la edad promedio de 12,5 años dentro de un rango normal, comprendido entre los 9 y 17 años dependiente de factores genéticos y ambientales (1,7).
La incidencia de los factores genéticos ha quedado demostrada en los estudios de heredabilidad empleando datos familiares recolectados en el estudio longitudinal Fels (10). Por otra parte, factores ambientales tales como la nutrición (8,11), el nivel socio-económico (12) y la localización geográfica (13) pueden promover el adelantamiento de la menarca a consecuencia de las mejoras en las condiciones de vida o retrasar su aparición frente a la restricción nutricional, la mayor demanda energética y/o los escasos recursos socio-económicos (8).
Argentina ha sido históricamente reconocida como una de las economías más igualitarias de América Latina, con niveles de desigualdad bajos, e índices de pobreza y desarrollo humano no muy diferentes al de los países desarrollados (14,15). Sin embargo, en los últimos treinta años, el país ha experimentado importantes cambios en la distribución del ingreso que dieron lugar a aumentos de la desigualdad y la pobreza (16-18). El coeficiente de Gini, que indica la desigualdad en la distribución del ingreso per cápita familiar aumentó de 0,345 a 0,538 entre 1974 y 2002, mientras que la tasa de incidencia de la pobreza creció del 5% a más del 50%. No obstante, la desigualdad no aumentó al mismo ritmo que la pobreza, pudiéndose identificar dos momentos de cambio coincidentes con las políticas de integración económica, iniciadas y profundizadas a mediados de las décadas de 1970 y 1990, respectivamente. El nuevo orden económico, fuertemente condicionado por el contexto internacional derivó en las profundas crisis económicas de los años 1988/89 y 2001/02. Por este motivo, los indicadores directos e indirectos de la pobreza tuvieron comportamientos diferentes. Por un lado, la pobreza estructural estimada mediante el método directo de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), indicador empleado para la planificación de políticas sociales que considera pobres a los hogares con carencias en vivienda, hacinamiento, condiciones sanitarias, asistencia escolar o capacidad de subsistencia, alcanzó 22,3% en 1980, para decrecer linealmente hasta 14,3% en 2001, a expensas de mayores inversiones en educación, salud pública, saneamiento, vivienda, promoción social y programas de empleo. Por otro lado, la pobreza medida por el método indirecto (línea de pobreza) basado en el cálculo del poder adquisitivo del salario familiar total aumentó de manera sostenida llegando en 1989 y 2002 a valores de 47,3% y 54,3%, respectivamente.
Como parte de una región eminentemente urbana, Argentina presenta fuerte concentración de las actividades económicas y de la población en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Esta situación es consecuencia de la crisis atravesada por las economías regionales, que generó desigual distribución de los conflictos en el espacio e impactos diferenciales en los distintos sectores de la sociedad.
La ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, se encuentra ubicada sobre el borde sur-oriental del AMBA y se caracteriza por una fuerte concentración urbana de la población, que alcanza al 99% del total con una densidad de 620,27 hab/km2 (19). El Producto Bruto Geográfico (PBG) muestra al sector terciario como predominante (60,16%), seguido por el secundario (34,93%), y una baja participación del sector primario (4,7%) (20). La crisis económica acaecida hacia fines del año 2001, se tradujo en un aumento de la pobreza e indigencia (pobreza extrema) que aumentó de 25,5% a 43,7% y de 6,5% a 18,6% respectivamente, entre 2001 y 2003. Por su parte, la pobreza estructural decreció linealmente, con un NBI de 19,8% en 1980 y de 13% en 2001 (21).
La ciudad de Santa Rosa (SR), capital de la provincia de La Pampa, se encuentra ubicada en la transición entre la llanura fértil y la pampa semiárida y se desarrolla en un ambiente de restricciones medias para las actividades productivas. La estrategia productiva condicionó la dependencia funcional del territorio a la ciudad capital, lo que explica el crecimiento urbano durante las últimas décadas, producido a expensas de la precarización del medio rural y el cambio tecnológico. La población urbana alcanza al 93% del total y la densidad es de 38,38 hab/km2 (19). La actividad económica de la región, analizada a partir del PBG desagregado por sectores, muestra al terciario como predominante (62,76%), seguido por el primario (22,12%), y el secundario con la menor participación (15,12%) (22). La crisis económica acaecida hacia fines del año 2001 aumentó la pobreza e indigencia (pobreza extrema) de 33% a 49,5% y de 10,1% a 20,7% respectivamente, entre 2001 y 2003. Por su parte, la pobreza estructural decreció linealmente, con un NBI de 18,8% en 1980 y de 9,2% en 2001 (21).
En base a este contexto, surge la necesidad de avanzar en el conocimiento de cómo factores ambientales inciden sobre la biología de las poblaciones. Para ello, el presente trabajo tuvo como objetivo analizar comparativamente el crecimiento en relación con la presencia de menarca entre niñas pertenecientes a dos poblaciones argentinas de diferente localización geográfica, complejidad urbana y desarrollo económico.
Se realizó un estudio antropométrico transversal descriptivo-comparativo durante los ciclos lectivos 2006-2008. La muestra fue obtenida en 44 establecimientos educativos localizados en el casco urbano y periferia de las ciudades de SR y LP, representando el 39% del total de las escuelas. El muestreo fue de tipo aleatorio simple (23). El estudio incluyó 2.474 niñas comprendidas entre 8,0 y 16,9 años concurrentes a los turnos mañana y tarde de los niveles primario y secundario (Tabla 1).
En el ámbito escolar, mediante entrevista personalizada y evaluación individual, se registraron la presencia o ausencia de menarca y las siguientes variables antropométricas: peso corporal (P) se midió en kg, con balanza digital portátil Tanita UM-061 (de 100 g de precisión), en todos los casos las niñas vistieron ropa liviana, cuyo peso se descontó del peso total registrado; estatura total (ET) en cm, por medio de un antropómetro vertical SECA (0,1 cm de precisión); estatura sentado en cm, utilizando un antropómetro vertical SECA (0,1 cm de precisión) y banco antropométrico; perímetro braquial (PB) en cm, mediante una cinta métrica inextensible Rollfix; pliegues subcutáneos tricipital (PT) y subescapular (PS) en mm, utilizando un calibrador de grasa marca Lange de presión constante (1 mm de precisión).
Las mediciones fueron realizadas por expertos antropometristas utilizando protocolos estandarizados y previo control del error intra e interobservador (24,25). Los instrumentos se calibraron al comienzo de cada sesión antropométrica. Asimismo se calcularon los índices de masa corporal (IMC = Peso/Talla2), subescapular/tricipital (IST = PS/PT) y las áreas muscular (AM= [PB - (PLT *π)2 / 4 π] y adiposa (AA= [(PB2 / 4π) - AM]) del brazo (26,27).
Con anterioridad a la realización del estudio se solicitó, en todos los casos, el permiso a las autoridades competentes y el consentimiento escrito de los padres o tutores. Ninguna de las participantes presentó antecedentes patológicos conocidos de acuerdo con la información contenida en los registros escolares.
La muestra fue subdividida en cuatro grupos: dos de ellos según el estado madurativo (pre-menarca, post-menarca) y dos según la ciudad de procedencia (SR, LP). El procesamiento estadístico consistió en el cálculo de prevalencias de menarca por edad y ciudad de procedencia y su comparación mediante pruebas de Chi cuadrado (χ2).
En función de la fecha de nacimiento se estimó la edad decimal. Para estimar la edad de menarca se utilizó el método status quo mediante la aplicación de modelo lineal generalizado (MLG) (28) expresado como:
donde p= variable dependiente probabilística y x= edad.
La estimación de los parámetros, b0 y b1 se realizó mediante mínimos cuadrados iterativamente reponderados.
Para calcular la edad promedio de menarca en cada ciudad, se obtuvo el valor de x para el cual la variable dependiente correspondió a un valor de 0,5.
El MLG que incluyó al lugar de residencia como variable indicadora fue:
; donde Z= variable indicadora de residencia (Santa Rosa o La Plata) y b2 y b3= la diferencia entre las estimaciones de los parámetros en las dos localidades.
La edad promedio de menarca en ambas localidades se expresó como:
La significación de las diferencias entre las edades promedio en ambas localidades se estimó mediante la aleatorización de la variable indicadora de localidad, comparando la diferencia observada con 10.000 valores aleatorios de diferencia de edad.
Por otra parte, se calcularon parámetros descriptivos por grupo madurativo y ciudad para las variables antropométricas y se realizó una prueba de ANOVA y comparaciones múltiples a posteriori (Prueba de diferencias mínimas significativas, DMS).
La caracterización socio-ambiental se realizó mediante una encuesta estructurada no invasiva y auto-administrada previamente empleada (29). A partir de la misma se registraron aspectos de la vivienda (tipo de materiales constructivos, tipo de régimen de tenencia, número de ocupantes, cuartos y hacinamiento), del barrio (disponibilidad de servicios públicos) y la familia (educación y trabajo de los padres, cobertura de salud, asistencia social). Los datos obtenidos por indicador socio-ambiental fueron expresados como proporciones o promedios y comparados mediante pruebas de Chi cuadrado (c2) o t de Student, según correspondiera. El procesamiento estadístico se realizó con el programa SPSS 12,0.
Todos los datos personales fueron resguardados conforme a las normativas y reglamentaciones bioéticas vigentes observando el estricto cumplimiento de la Ley Nacional Argentina N° 25.326/00 y su reglamentación N°1558/01(30).
Se obtuvieron 1.743 encuestas que representaron 70,5% de la muestra analizada. En la Tabla 2 se detallan las características socio-ambientales por ciudad y los porcentajes obtenidos para los indicadores analizados.
En lo referente al barrio y a la vivienda, las familias encuestadas en SR presentaron respecto a las de LP mayores porcentajes de residencia en viviendas propias (χ2 19,15; p<0,0000), de mampostería de ladrillos (χ2 19,15; p< 0,0000), presencia de agua potable (χ2 848,69; p< 0,0000), gas natural por red (χ2 237,94; p< 0,0000), cloacas (χ2 143,36; p< 0,0000) así como servicio de recolección de residuos domiciliario (χ2 575,82; p< 0,0000), en tanto que las de LP, respecto de las de SR, tuvieron mayor número de ocupantes en la vivienda y hacinamiento, aunque las diferencias fueron no significativas (t 0,56 y t 1,21; p> 0,05 respectivamente) (Tabla 2).
El porcentaje de la población con cobertura de salud fue mayor en SR (χ2 24,3; p< 0,0000). En cuanto a la asistencia social, la ayuda alimentaria fue similar en ambas ciudades (χ2 0,08 p> 0,05 1gl) mientras que la ayuda monetaria fue mayor en LP (χ2 6,36; p< 0,02) (Tabla 2).
El nivel educativo de los progenitores también marcó diferencias entre las ciudades. En promedio, 37% de los progenitores de las niñas de SR y 11% de LP presentó formación universitaria, mientras que los mayores porcentajes para nivel primario correspondieron a LP (nivel educación paterno; χ2 569,62; p< 0,0000; nivel educación materno; χ2 335,97; p<0,0000) (Tabla 2).
Asimismo, el tipo de ocupación materna y paterna diferenció a las poblaciones estudiadas. Hubo mayor porcentaje de progenitores ocupados en trabajos calificados (empleado y/o autónomo) en SR y no calificados en LP (ocupación paterna; χ2 180,89; p< 0,0000; ocupación materna; χ2 186,94; p< 0,0000) (Tabla 2).
La prevalencia total de menarca fue mayor en SR (40,6%) que en LP (33,7%) (χ2=12,9; p<0,01). La distribución de menarca por edad y ciudad de procedencia indicó prevalencias nulas o inferiores a 1% en las dos primeras edades (8 y 9 años) y superiores a ese valor luego de los 10 años, promediando 45% a los 12 años y superando 75% en las edades posteriores (Figura 1). Las diferencias entre prevalencias por edad y ciudades fueron no significativas.
La edad promedio de la menarca fue 12,71 años en LP y 12,65 años en SR (Figura 2). La diferencia entre edades se encontró dentro de lo esperado por azar (p = 0,22).
El análisis de la varianza (ANOVA) indicó que los factores edad y menarca diferenciaron a las niñas para la mayoría de las variables antropométricas evaluadas y calculadas. La ciudad de procedencia indicó diferencias significativas en peso, estaturas total y sentado, perímetro braquial y área muscular, en tanto que las restantes variables presentaron diferencias no significativas (Tabla 3).
La comparación entre los grupos pre-menarca de ambas ciudades fue realizada en el intervalo etáreo 8-13 años debido a la distribución de frecuencias encontrada. Las pruebas DMS indicaron diferencias significativas y de signo positivo para peso corporal a los 10 y 12 años, estatura total a los 9-10 y 12-13 años, estatura sentado a los 10, 12 y 13 años, perímetro braquial a los 10 y 12 años y área muscular a los 8, 10 y 12 años, en tanto que hubo diferencias significativas y de signo negativo para estatura sentado a los 8 años. Las restantes comparaciones presentaron diferencias no significativas (Tabla 4).
La comparación entre los grupos post-menarca de ambas ciudades fue realizada en el intervalo etáreo 11-16 años debido a la distribución de frecuencias encontrada. Las pruebas post hoc indicaron diferencias significativas y de signo positivo para peso corporal a los 12 años, estatura total entre los 12 y 15 años, perímetro braquial a los 12 años y área muscular a los 12, 14 y 15 años, en tanto que hubo diferencias significativas y de signo negativo para estatura sentado entre los 12 y 16 años. Las restantes comparaciones presentaron diferencias no significativas (Tabla 4).
Las poblaciones de Santa Rosa y La Plata fueron distintas en cuanto a las características constructivas de sus viviendas, el grado de hacinamiento y la disponibilidad de servicios públicos. También se encontraron diferencias en el nivel de escolaridad alcanzado y el tipo de ocupación laboral de los progenitores. Tales aspectos socio-ambientales dan cuenta del contexto inmediato en el que se desenvuelven los individuos, el hogar de residencia definido como un “grupo de personas que comparte la misma vivienda y que se asocian para proveer en común a sus necesidades alimenticias o de otra índole vital” (31). En este sentido, las jóvenes de Santa Rosa residían en hogares con condiciones socio-ambientales más favorables que sus pares de La Plata.
La edad promedio de menarca en las poblaciones estudiadas (12,7 años), se encontró en el rango de variación informado para poblaciones de países diversos (32-34). Sin embargo, resultó más tardía que la de los datos disponibles para la población argentina. Esta discrepancia puede, en parte deberse, a las metodologías empleadas para su cálculo como a las características de las muestras consideradas. A modo de ejemplo, los estudios temporalmente más próximos al presente trabajo informaron como edad promedio, 12,2 años (35) ó 12,5 años (36) en muestras de alcance nacional.
Las niñas provenientes de niveles socio-económicos altos anteceden su menarca respecto de aquellas de niveles inferiores (12,37). Sin embargo, esto no se vio reflejado en el estudio por cuanto a pesar de que las niñas de Santa Rosa presentaron condiciones de residencia más favorables, no antecedieron significativamente su primer flujo menstrual a las niñas de La Plata. No obstante, las prevalencias de menarca, 7% superiores en Santa Rosa respecto a La Plata, podrían dar cuenta de las diferencias en la calidad de vida de las poblaciones estudiadas.
El crecimiento y el avance de la maduración en las niñas de ambas ciudades fueron conforme a lo biológicamente esperado (1). La edad y la menarca fueron factores evidentes de diferenciación poblacional a nivel óseo, muscular, y adiposo coincidiendo con lo comunicado para otras poblaciones (5,38,39).
Aunque autores como Landaeta Jiménez et al. (40) y Freitas et al. (41) encontraron que los niños pertenecientes a estratos más carenciados presentaron menor panículo y disposición adiposa más centralizada que la de estratos con mayor bienestar; el presente análisis no mostró diferenciación entre los grupos. Sin embargo, las restantes variables antropométricas permitieron determinar que las niñas, de igual edad y condición madurativa, tuvieron patrones de crecimiento diferentes dependientes de la ciudad de residencia. En tal sentido, se observó que las niñas de Santa Rosa pre y postmenarca fueron más pesadas, más altas y presentaron mayor área muscular del brazo que las de La Plata. Asimismo, las proporciones corporales diferenciaron a las jóvenes de ambas ciudades. En el grupo pre-menarca de Santa Rosa las dimensiones lineales totales y parciales fueron mayores que las de La Plata. Entre los grupos post-menarca se modificó la relación entre segmentos corporales, con la mayor longitud del tronco y menor longitud de piernas en las niñas de La Plata.
La menor talla y longitud de miembros inferiores conjuntamente con el menor desarrollo muscular de las niñas de La Plata dan cuenta de la posible intermitencia del crecimiento lineal frente a factores tales como carencias nutricionales crónicas (42-44) y/o agudas. La pubertad desencadena el segundo brote de crecimiento incrementando los requerimientos nutricionales y energéticos (45). De acuerdo con Stinson (42) las diferencias en tamaño, proporciones y composición corporal representan la forma en que los individuos y las poblaciones varían, debido a que el crecimiento es la resultante de una compleja interacción de factores genéticos y ambientales.
Las poblaciones analizadas con relación a la menarca presentaron diferencias en el patrón de crecimiento y la maduración asociadas a disímiles condiciones socio-ambientales de residencia. Las modificaciones en tamaño, proporciones y composición corporal en las jóvenes de la ciudad de La Plata representarían el costo adaptativo a un ambiente con menor bienestar.
A los centros de enseñanza y especialmente a las estudiantes y sus padres por haber colaborado desinteresadamente con esta investigación.
Recibido: 08-12-2010
Aceptado: 28-03-2011