El objetivo de presente estudio fue conocer qué consumen las comunidades indígenas y poblaciones afrodescendientes en Colombia, ya que es importante para los programas sociales como los del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). En este trabajo se obtuvo información de alimentos autóctonos en comunidades indígenas y afrodescendientes de diez departamentos colombianos (Cauca, Nariño, Amazonas, Chocó, Guainía, Vichada, Magdalena, Guajira, Cesar, Vaupés). Se aplicó una ficha técnica donde se indagaba ubicación e información personal del encuestado, nombre y tipo del alimento, grupo que lo consume, clima en el que se produce, épocas de cosecha, forma de consumo, preparaciones, propiedades, producción actual, uso y ubicación. Se entrevistó grupos ó personas clave como madres comunitarias del ICBF, autoridades indígenas, docentes, médicos tradicionales, entre otros, bajo la supervisión de profesionales de la unidad móvil del ICBF en cada departamento y se obtuvo información bibliográfica (n=123 documentos). De los departamentos seleccionados se visitaron 13 ciudades y se encuestaron 139 personas donde se reportaron 92 nuevos alimentos entre carnes, vegetales y otros, referenciando como nuevo alimento aquel que no se encontrara en la Tabla de Composición de Alimentos Colombianos. De los 92 alimentos, se obtuvo el nombre científico para 62. De estos, 2 se catalogaron como otro, 18 como cárnicos, 3 como insectos y 39 como plantas repartidos en frutos (n=29), hojas (n=4), semilla (n=3) y raíces (n=3). Las comunidades afro-descendientes e indígenas colombianos reportan consumir decenas de alimentos que hoy en día no se encuentran en la Tabla de Composición de Alimentos Colombianos.
Palabras clave: Alimentos autóctonos, comunidades indígenas, poblaciones afrodescendientes, Colombia, ICBF.
For social programs in Colombia, like those administered by the Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), it’s important to know what native foods minority groups consume. This research obtained information on native foods consumed by indigenous and afro-descendents living in 10 Colombian departments: Cauca, Nariño, Amazonas, Chocó, Guainía, Vichada, Magdalena, Guajira, Cesar y Vaupés. A questionnaire was applied to key informants (individually or in groups), addressing the following topics: personal information on the informant, name and type of food, if consumed by indigenous and/or afro-Colombians, climate where produced, time of year when harvested, if consumed raw or cooked, preparations, properties ascribed to the food, and current production, use and availability. Key informants included participants in ICBF’s programs, indigenous authorities, teachers, traditional healers, and others, under the supervision of professionals from ICBF’s mobile unit in each department. Bibliography (n=123 documents) was compiled and reviewed. In the departments selected, 13 municipalities were visited, 139 individuals were interviewed and at least 92 new foods (i.e., not currently included in the Colombian Food Composition Table) were identified. Among the 92, the scientific name was obtained for 62 foods. Of these, 2 were classified as other, 18 as meats, 3 as insects, and 39 as plants. Among the plants, informants mentioned fruit (n=29), leaves (n=4), seed (n=3) and roots (n=3). Indigeneous and afro-descendent communities in Colombia report consuming dozens of foods that are not currently in the Colombian Food Composition Table.
Key words: Indigenous food, indigenous community, afro-descendant population, Colombia, ICBF.
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Bogotá DC, Colombia.
Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), Palmira-Valle del Cauca, Colombia
En diferentes partes del mundo se han hecho estudios sobre alimentos nativos de las comunidades minoritarias. Por ejemplo en Canadá, Kuhnlein (1) afirma que los sistemas alimentarios tradicionales de los pueblos indígenas contienen una gran cantidad de información sobre las especies de alimentos únicos que pueden ser utilizados para la nutrición humana. Si bien existe una gran diversidad en los ecosistemas culturales utilizadas por los pueblos indígenas a través de la historia, y gran variedad en las especies vegetales y animales utilizadas como alimento, la tendencia actual es sustituir el uso de muchos de estos alimentos con productos industrializados derivados que circulan a través de redes de mercado. Sin embargo, la atención prestada hasta la fecha para la composición química de los alimentos tradicionales de los pueblos indígenas es fragmentada.
A través del tiempo en Colombia se han manifestado cambios en el comportamiento, prácticas y hábitos alimentarios, como la disminución en el consumo de alimentos autóctonos de cada región, al ser sustituidos estos cultivos por otros de mayor comercialización (2). Por otra parte, las comunidades indígenas han reemplazado algunos de sus alimentos autóctonos por otros que para ellos, son de mayor prestigio social y que pueden resultar de menor aporte nutricional, como el caso de las gaseosas, dulces y otros. En el consumo de alimentos autóctonos influyen especialmente la disponibilidad, el poder adquisitivo y la decisión de consumir, además de la selección y la preparación de alimentos. Por ello es importante y relevante identificar y documentar cuáles son los alimentos autóctonos de consumo en la población indígena colombiana y afrocolombiana.
Mediante el AUTO 004 de 2009 (3) se reconoce la importancia de la protección de los derechos fundamentales de las personas y los pueblos indígenas y afrodescendientes y debido a la enorme gravedad de su situación adopta determinaciones, imponiendo al gobierno nacional el deber de aplicar una política que incorpore el enfoque diferencial de diversidad étnica y cultural a que tienen derecho los indígenas y afrodescendientes desplazados, confinados o en peligro de desplazamiento. Para el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) existe la necesidad de contribuir a garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, especialmente en las poblaciones que se perciban con necesidades básicas insatisfechas como la población indígena y afrodescendiente y que su atención diferencial se enmarca dentro de los principios fundamentales del actuar del ICBF (Silvana Katerin Castillo Castillo, ICBF, comunicación personal). Existe seguridad alimentaria y nutricional cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana (4).
En Colombia se vienen desarrollando proyectos a nivel nacional en pro de la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades minoritarias, en los que se manifiestan inconformidades con el enfoque de algunos programas institucionales de orden social. En el departamento del Cesar, Maestre (5) resaltó que el “pueblo indígena considera que la orientación de la educación es un factor importante para la afirmación de la identidad cultural y la formación de un pueblo autónomo…y que es determinante los hábitos o costumbres alimentarias, buscando el equilibrio entre los hábitos y las costumbres de la cultura; esto significa tener una buena nutrición ya que el objetivo de una política nutricional bien planificada es modificar (no cambiar) los hábitos alimenticios de la población y encaminarlos…de manera que repercuta en una mejoría de la salud en la población”. Martínez (6) en Vichada propuso “brindar una atención diferenciada a la primera infancia indígena para el fortalecimiento de los aspectos nutricionales, de cuidado y acompañamiento positivo a sus procesos primarios de socialización en un ámbito cultural específico.”
Por estas razones el desarrollo de este proyecto, responde a las necesidades de investigar sobre los alimentos nativos de consumo en el país por dos grupos minoritarios poblacionales, los indígenas y afrodescendientes, con el fin de realizar un posterior estudio de caracterización de los mismos y analizar la viabilidad de su inclusión en las minutas de los programas institucionales del ICBF.
De 32 departamentos de Colombia (Figura 1), se seleccionaron 10, algunos con sus respectivas capitales, que según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (7) tienen la mayor concentración de comunidades indígenas y poblaciones afrodescendientes. A su vez, se seleccionaron los municipios de Jambaló en el Cauca, Cumbal en Nariño, Leticia y Puerto Nariño en Amazonas, Mitú y San José en Vaupés, Puerto Inírida y Barrancominas en Guainía, Puerto Carreño y San José de Ocune en Vichada, Valledupar en Cesar, Maicao en Guajira, Sierra Nevada en Magdalena y Quibdó en Chocó, que son los que tienen mayor cantidad de habitantes indígenas y afrodescendientes (8), descartando aquellos que actualmente presentan problemas de orden público o difícil acceso.
Entre diciembre 2009 y marzo 2010, se recolectó información, mediante la aplicación de una ficha técnica a informantes clave los cuales podían ser líderes de los cabildos indígenas, madres comunitarias, ecónomas de escuelas, comerciantes de plazas de mercado y/o restaurantes y personal de salud en hospitales de cada región. Con la ficha técnica se determinaba ubicación geográfica, nombre, edad, tiempo de residencia en la zona, ocupación, resguardo, etnia y número telefónico del informante clave; referente al alimento se tomaban datos acerca del nombre del alimento exactamente como lo refiriera el encuestado, si el consumo es de indígenas o afrodescendientes, clima en el que se produce, tipo (especificando cárnico, planta u otro), épocas de cosecha, forma de consumo, preparaciones, propiedades, producción actual, uso y ubicación. En la mayoría de los casos, se aplicó una ficha técnica por persona; sin embargo en Guainía, Guajira, Vichada y Vaupés, se aplicó una ficha técnica a un grupo de personas que habían sido organizadas para dicho fin.
Cuando fue posible se hizo registro fotográfico de los alimentos. Se revisó bibliografía en bibliotecas, universidades e Internet. Además, se tuvo acceso a documentos del ICBF y de otras entidades teniendo como foco de información artículos, recetarios, tesis, cartillas didácticas, pendones y otros escritos sobre alimentos autóctonos de las comunidades indígenas y afrodescendientes en cada región. Así mismo se acudió donde un biólogo de la Universidad Nacional de Colombia para obtener orientación sobre la nomenclatura científica de los alimentos encontrados. Se definió como posible nuevo alimento aquel que no esté reportado en la Tabla de Composición de Alimentos Colombianos (TCAC) (9).
En diez departamentos del país se llenaron 139 fichas técnicas con personas o grupos identificados como informantes clave pertenecientes a 20 etnias diferentes: Amoruba, Arhuaco, Bara, Cocama, Cubeo, Curripaco, Desano, Kankuamo, Los Pastos, Nasa, Piapoco, Puinave, Sáliva, Sikuani, Ticuna, Tucano, Wayuú, Wiwa, Yukpa y Yurutí y población afrodescendiente distribuidas en todo el país. Los informantes identificaron posibles nuevos alimentos (n=158), de los cuales se eliminaron 12 por estar reportados en la TCAC con un nombre diferente, obteniendo un total de 146 de los cuales sólo 92 corresponden al valor real, debido a que en algunos departamentos hicieron referencia a un mismo alimento con diferente nombre. De los 92 alimentos, se logró obtener el nombre científico para 62 (Tabla 1). De estos 62 alimentos, 2 se catalogaron como otro, 18 como cárnicos 3 como insectos y 39 como plantas repartidos en frutos (n=29), hojas (n=4), semilla (n=3) y raíces (n=3). De los 30 alimentos sin nombre científico, se indica el tipo de alimento, el lugar de procedencia y se mencionan características como forma de preparación y usos del alimento, es decir, si se utiliza como sustento diario o si se usa para satisfacer el paladar (Tabla 2).
En esta investigación se identificaron casi 100 alimentos que no se encuentran actualmente en la Tabla de Composición de Alimentos Colombianos. La discusión se centra en los 62 alimentos cuyo nombre científico se pudo verificar.
Entre estos se encuentran los hongos (Auricularia auricula) (10) de diferentes variedades que consumen los indígenas de la etnia Cubeo en la comunidad de Macaquiño en el departamento de Vaupés, donde a través del conocimiento ancestral reconocen los que son útiles para alimentación y los preparan con simple cocción. Este es un alimento de sustento diario el cual usan como proteína en reemplazo de la carne. Otros reportan que “los hongos tienen un gran contenido de agua, que está entre el 80% y el 90% y poseen altas cantidades de proteína, grasa y vitaminas como riboflavina” (11), lo cual podría justificar su importancia en la alimentación indígena. En el departamento de Vichada en Cumaribo en la comunidad Puerto Infante los indígenas Sikuani del resguardo Bajo Río Vichada consumen otro alimento de la categoría otro, referido por ellos como nido de avispa (Polybia sp.) (12) el cual se asa levemente para su consumo y también es usado para hacer rituales.
Los informantes reportan la importancia de la pesca y caza de animales silvestres. Se reportaron peces como guacuco (Plecostomus tenuicauda) (13), quícharo o guabina (Hoplias malabaricus) (14), bocón (Bricon falcatus) (15), y yamú (Brycon siebienthalae) (16), los cuales fueron mencionados en los departamentos de Chocó y Guainía. Páez (17) afirmó que en Chocó por las épocas de gran cosecha, que comenzaba en el mes de marzo, los mercados se invadían de estos productos de la pesca. En Guainía se consume el bocón (B. falcatus), la guabina (H. mlabaricus) y el yamú (B. siebienthalae), de los cuales hay disponibilidad todo el año, por ello se catalogan como alimento de sustento diario. Reportan que los preparan asados, cocinados en sopa y moquiados, es decir, asados en camaretas (18).
En cuanto a animales silvestres se reportó el mico tití (Saimiri sciureus) (15), venado (Odocoileus viirginianus) (15), gato de monte (Felis yaguaroundi) (19), tatabro (Tayassu tajacu) (20) denominado como un cerdo silvestre de coloración negruzca, con un collar blanquecino (21), en Chocó, conocido como saíno en Guajira y Guainía y la danta ó tapir (Tapirus terrestres) (15). Este último es un animal robusto, de cuerpo cilíndrico, cuello grueso y extremidades relativamente cortas; se alimenta principalmente de hojas, ramas, hierbas, frutas, y ocasionalmente flores (22). La cacería indiscriminada ha llevado a esta especie a estar en la categoría de peligro crítico de extinción. Entre otros animales silvestres está uno de uso común, en Vaupés, Guainía y Vichada conocido como lapa (Agouti paca) (15) donde la calidad de su carne la ubica como la especie más apreciada por las comunidades locales (23). En las comunidades indígenas del departamento del Amazonas es denominado boruga; en el Cesar lo llaman guarda y en la Guajira es conocido como guartinajo. Abadía (24) aseguró que ésta hace parte de “una gran variedad de carnes, algunas de ellas bastante exóticas para otras regiones del país” y en el Chocó se conoce con el nombre de guagua que según Páez (17) “está ubicada entre las especies de valor económico por las carnes nutritivas que ofrecen…que podrían ser domesticadas y cuidadas para estimular su proliferación doméstica y tener así un permanente recurso en la provisión de carnes”. La Asociación Instituto Lingüístico de Verano (25) reportó que personas de las etnías Judpa, Guahibos (Sikuani), Sirianos y Tucanos se alimentan con carne de este animal. Además, según reportaron informantes clave, consumen aves silvestres como, la perdiz (Tinamus sp.) (15) y el paujil (Mitu tomentosa) (15).
Otros animales silvestres que se reportaron fué el cajuche (Tayassu pecari) (15) y el ñeque (Dasyprocta fuliginosa) (15) llamado así en la Guajira y Magdalena, picure en Vichada, guatín en el Chocó o guara en el Amazonas, que es un animal de caza por parte de los indígenas Arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta, según Tobar y colegas (26). y . Los informantes reportaron que el consumo de todos los animales silvestres antes mencionados es de sustento diario una vez sean hallados durante las jornadas de caza. En algunas comunidades de los departamentos de Amazonas y Guainía afirman que se facilita el procedimiento de caza durante las épocas de verano debido a que los animales se ven obligados a desplazarse hasta las orillas del río a beber agua.
En los indígenas de los departamentos de Cauca y Nariño no se reportó este tipo de comida. En estas regiones se crían cuyes (Cavia porcellus)(27), mas no los cazan (25).
De las plantas encontradas se refirieron a 29 frutos, algunos de palmas silvestres. Por ejemplo se reportó el asaí ó wasaí (Euterpe sp.) (28) que es una palma silvestre de Amazonas y Vaupés respectivamente. Martín y Martínez (21) indicaron que “los alimentos vegetales silvestres son parte integral de los procedimientos de subsistencia de los indígenas en la selva tropical de América del Sur y que la palma más universalmente distribuida en las cuencas del Orinoco y el Amazonas con virtudes afrodisiacas es el moriche” que se encuentra en los morichales en Vichada. El morichal es una comunidad donde el elemento florístico predominante es el moriche (29) (Mauritia flexuosa) (30), que en Amazonas es conocido como aguaje o canangucha y en Vaupés como mirití. Otro fruto de palma reportado fue milpesos (Oenocarpus bataua Mart.) (28), conocido así en Amazonas y Chocó mientras que en Vichada, Guainía y Vaupés se conoce como seje o patabá. Esta es una palma grasosa, comestible como fruta o para elaborar jugo de chicha (29) y leche de mil pesos (32). Por ello Rivera (32) recomendó para la “producción de aceites de alta calidad o para la producción de palmito…cultivar las palmas de milpesos (O. bataua), chontaduro (Bactris gasipaes Kunth) (28) y asaí (Euterpe sp.) y los árboles de umarí (Poraqueiba serícea) (30) y tacay (Caryodendron orinocense Karts.) (28)”.
Con todos estos frutos de palma se preparan bebidas refrescantes y fermentadas. El procedimiento inicial en su preparación no incluye cocción, pero sí se debe agregar agua caliente para facilitar el desprendimiento de la cáscara. Además se encontraron frutas cuyo consumo es directo u otras para las cuales se requieren tratamientos térmicos, entre ellos el macambo o bacao (Theobroma bicolor) (33) en Amazonas y Chocó, respectivamente, el cual informantes describieron como un cacao silvestre del cual se consume su pulpa y en algunos casos se usa la semilla. Según Hoyos (34), los Huitotos utilizan la pepa de macambo para obtener aceite, que proporciona exquisito sabor a las comidas. También puede ser utilizada la pulpa del fruto de macambo en la fabricación de néctares, mermeladas, salsa y yogurt, además de su uso como verdura para guisos cuando el fruto es inmaduro (23). Un fruto drupáceo (fruto carnoso que consta de una sola semilla) reportado fue el umarí (P. sericea) como es conocido en Amazonas y Vaupés o yurí en Guainía. Los indígenas de las comunidades afirman que tiene un sabor agradable y un aroma característico, se consume directamente en estado natural acompañado de fariña (harina de yuca), también se dispone en casabe y quiñapira (caldo de ají con la sobra de pescado donde se remoja los pedazos de casabe), que son preparaciones típicas de la Amazonía.
En Chocó se encontró el almirajó (Patinoa almirajó Cuatre.) (28) el cual se establece como alimento de pancoger cuyo consumo es general en indígenas y afrodescendientes (35). Éste se distingue especialmente por su tamaño grande y su pulpa está formada por una materia polvosa, más aglutinada por una decantada melaza agridulce que permite la degustación con cuchara, lo que se hace tradicionalmente (36). Además se reportó el consumo de choibá o sarrapia (Dypteryx panamensis (Pitt.) Record.) (28) en Chocó y Vichada, respectivamente, el cual es un fruto silvestre que para su consumo es previamente remojado para luego desprender la cáscara. El pacó (Gustavia superba (Kunth.) O. Berg.) (37), otro fruto de consumo en poblaciones afrodescendientes se puede consumir crudo como fruta o cocido en sopas; los informantes ancianos afirmaron que “ese es un fruto nativo”. Otro fruto encontrado fue el juansoco o pendare (Couma dulcis Spruce.) (30) conocido así en Chocó y Vaupés, respectivamente. Según Rivera (32) el juansoco (C. dulcis) produce un látex que sirve como pegante para calafatear botes o para fabricar chicle y es empleado para combatir la diarrea.
En Vichada reportaron consumir ocasionalmente el takee o tacay (C. orinocense) cocinado, aunque este fruto según Patiño (28) se puede comer crudo, parece que, en la enorme área de dispersión de la especie, algunas formas microcarpas pueden ser tóxicas; es más prudente, por tanto, tostarlas o sancocharlas.
En la Guajira reportaron consumir fruto del weimaro o guáimaro (Brosimun utile (H.B.K) Pittier.) (28) el cual “es un árbol productor de frutos y madera” (29). También se reportó el guásimo (Guazuma ulmifolia) (38), el toco (Crataeva tapia) (38) y el trupillo (Prosopis coliflora (Sw.) DC.) (39). Los informantes reportaron que todos tienen propiedades medicinales. Con el guázimo (G. ulmifolia) se lava el cabello con la cocción de la corteza para evitar su caída y se utiliza en baños para aliviar la fiebre; el zumo o infusión de la planta de toco (C. tapia) se toma contra el reumatismo, llagas infectadas y resfriados; el consumo del trupillo (P. coliflora) crudo o del jugo obtenido de su cocción con panela sirve como reconstituyente y además se usa para mujeres en posparto (38). En la Sierra Nevada de Santa Marta consumen un fruto conocido en lengua indígena arhuaco como nawe (Pouteria arguacoensium (Karst.) Baehni.) (28) que según Patiño (28) tiene “carne pulposa, amarilla, a veces tirando a rosada, fundente, azucarada, que recuerda el sabor del mangostán.”
En las comunidades indígenas se encontró que el consumo de frutas es limitado ya que depende de las épocas de cosecha. Los informantes explican que son muy pocas las frutas cuya cosecha es constante durante todo el año, por ende la ingesta de éstas no se convierte en consumo para sustento diario de las familias. Ariza et al. (40) expresó que las diversas épocas del año marcan la aparición de ciertos frutos, en especial los frutos de palmas, preparados y utilizados de varias maneras, entre ellas, el cumare (Astrocaryum chambira) (15), el moriche (M. flexuosa), el cucurito (Maximiliana sp.) (28) y variedades de la palma de seje (O. bataua Mart.).
Se reportaron cuatro plantas cuya parte utilizada es la hoja: pacunga (Galinsoga caracasana) (41), carurú (Phytolacca rivinoides) (30), carayurú (Arrabidaea chica) (Fernando Jaramillo 2010) y neldo (Foeniculum vulgare Mill.) (39) de las cuales sólo las tres últimas se usan como condimento en polvo, tostado o pilado (macerado).Todas se cocinan y se utilizan en la preparación de sopas. El carurú tiene como característica especial según los nativos que brota espontáneamente sólo después de quemar la chagra.
En cuanto a raíces de la planta se reportaron 3 alimentos, todos consumidos tradicionalmente por personas de las comunidades indígenas y poblaciones afrodescendientes. Se mencionó el achín (Colocasia esculenta) (42) en Chocó y el barbasco (Clibadium surinamense) (30) en Vaupés. En cuanto al último, Arango y colega (43) afirmaron que “las regiones selváticas tienen una economía diferente, los indígenas han desarrollado un sistema autónomo alrededor de siete especies vegetales entre ellos el barbasco”. Otro tubérculo mencionado fue la tabena (Dioscorea bulbífera L.) (39) en Vichada, que es una variedad de ñame (Dioscorea spp.) (44). Los alimentos nombrados se consumen preparados en sopas.
También se reportó semillas como el fríjol cacha (Phaseolus polyanthus) (45), que según la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (45) es un alimento tradicional disponible en la zona norte del Cauca, el cual es necesario cocinarlo bien para eliminar algunas toxinas que entran en su composición. Pero los nativos afirman que éste no requiere mucho tiempo de cocción a diferencia de otras variedades comerciales. En la Guajira reportaron una variedad de fríjol al que llaman cabecita negra o fríjol guajiro (Vigna aff. ungiculata) (46), que “es una excelente fuente de carbohidratos y proteína y se puede consumir el fruto fresco o seco, ya sea guisado o en arroz con fríjol, éste último es considerado un plato típico de la Guajira” (46).
En Amazonas, Vaupés y Guainía reportan que insectos y batracios (grupo al que pertenecen las ranas y sapos) hacen parte de la dieta de las comunidades indígenas. Animales como hormigas (Atta sp. Colona) (47), gusanos entre ellos el mojojoy (larva de Rynchophorus palmarum) (10) y cuatro especies de ranas (1. Dendrobates sp. 2. Eleutherodactylus sp. 3. Bufo cerathphrys 4. Bufo sp.) (15) son utilizados como una exquisita fuente de alimento, en consumo directo o cocinado en agua. El mojojoy (larva de R. palmarum) (es un gusano que se reproduce en los troncos de las palmas caídas en la selva; se consume crudo o se fríe en su mismo aceite ó se asa directamente a la brasa. Se reporta la cocción en agua de las ranas y el tostado en el caso de las hormigas manibara o culona (Atta sp. Colona), las cuales según la Asociación Instituto Lingüístico de Verano (25) en temporada son un complemento en la dieta de los indígenas. Hoyos (34) aseguró que el mojojoy (larva de R. palmarum) es una fuente de proteínas y de grasas no saturadas. De hecho, Ariza y colegas (40) afirmaron que los bachacos u hormigas culonas (Atta sp. Colona), constituyen un alimento ocasional muy apetecido a comienzo del invierno en los indígenas Sikuani, Piaroa, Piapoco, Curripaco y Puinave.
Una de las principales actividades reportadas por los indígenas y afrodescendientes fue la agricultura de subsistencia basada en la recolección de frutos silvestres y en actividades agrícolas de productos de la huerta, chagra o conuco, siendo éste el sitio donde se tienen los cultivos. Rivera (32) afirmó que “los grupos indígenas han logrado preservar buena parte del conocimiento ancestral sobre el manejo de la selva y el aprovechamiento de las especies de flora y fauna que el medio les brinda”; Tobar y Chinchilla (48) indican que para mejorar la disponibilidad de alimentos a nivel familiar, se recomienda incentivar los cultivos ya tradicionales en sus chagras e incorporar nuevos cultivos según las condiciones climáticas y ecológicas de cada región, que les permitan tener variedades de alimentos para el autoconsumo.
Algunas limitaciones en el desarrollo del trabajo fue el no poder tener acceso a algunas comunidades y poblaciones por lejanía, problemas de orden público o costos de transporte, además algunas personas manifestaron inconformidad con la aplicación de la ficha técnica debido a que cuando se trabajó en entrevistas comunitarias las listas se alargaban y se tomaba mucho tiempo el diligenciamiento de la misma debida a las grandes cantidades de información que se manejaba. Se logró conseguir menos información sobre alimentos autóctonos de comunidades afrodescendientes que etnias indígenas, principalmente debido a que se visitaron más municipios donde el segundo grupo predominaba. Se encontró como ventajas que las herramientas de trabajo fueron eficientes y se lograron buenos registros fotográficos, se pudo tener acceso a algunas comunidades rurales cercanas a las capitales cuando se tenían los medios físicos y monetarios y se recibió apoyo técnico de parte del ICBF razón por la cual se pudo llevar la investigación a cabalidad. Finalmente, esta investigación aportó nuevos alimentos autóctonos para su posterior análisis nutricional e inclusión en la Tabla de Composición de Alimentos Colombianos (9) así contribuyendo a programas sociales futuros en el país que atienden indígenas y afrodescendientes.
Al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) por brindarnos su apoyo técnico gestionando así el acompañamiento permanente en el desarrollo de este trabajo, a todas las personas de las comunidades visitadas entre voceros y gente del común, a las madres comunitarias y encargados de programas institucionales del ICBF, a personas de otras entidades (CIAT, SINCHI, ReSA, OMACHA, ORPIBO, Universidad de San Buenaventura Cali, SENSE), al biólogoetnobotánico Luis Eduardo Forero Pinto, Director del Herbario José Cuatrecasas Arumi (VALLE) de la Universidad Nacional de Colombia y a todas las personas que nos brindaron información bibliográfica oportuna.
Recibido: 29-04-2010
Aceptado: 12-09-2010